el pingue

Bambú

Tomás, el del quinto, es muy aficionado a las sardinas. Fue él quien me avisó que en la playa de debajo del apartamento que me alquilaba en invierno había un tipo con un arte para hacer espetos fuera de lo común. Me lo decía él, que día sí, día no, se marcaba unas sardinas a la sartén en el piso de Valladolid. Yo lo sé porque, día sí y día no, tenía que recoger la ropa de la colada. Tomás no se ha dado cuenta, o sí,  que vive en comunidad y que, aunque nos gustan las sardinas,  se hace cuesta arriba si has de tener las ventanas cerradas que dan al patio interior.

Bambú

Él vive en el bajo y le corresponde el uso y disfrute de la terraza que queda justo encima de los garajes. Una vez tuvo la intención de colocar la parrilla Jata en ese espacio, harto de que le llamaran la atención por su afición a esos peces. En verano, como él dice, mejor irse a la costa a comerlas. Tienen mucha más grasa y, además, no las haces.

- Les voy a plantar el artefacto en medio y que se jodan, ¿sabes?. Un día pongo las  astillas de bambú a remojo y la mango parda

- Tomás, no lo hagas. Que tú no bajas a las reuniones y no veas el coñazo que es todos los días defenderte.

- Como me caliente, verás. A la Petra la tengo a raya. El otro día va y me dice a grito pelado que olía mal al pasar por mi puerta. ¿Sabes lo que la dije? Que peor olía ella a naftalina cuando bajábamos en el ascensor.

- Te vengo a traer las llaves del apartamento. Los espetos como todos los años, son los mejores.

- Ya te lo dije yo. Qué sabrán estos de comer. Panda de desdentados.

- Tomás...

 

Letrasjuntas nº14

 

Más Noticias