el pingue

Casa Marcelo. 2012 Santiago de Compostela

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-Se ha rendido, Señor, con su permiso....

El capitán español subió por el costado, saludó y entregó su espada con una inclinación de cabeza; Jack se la pasó a Bonden, que estaba justo detrás de él, y dijo:

-¿Habla usted inglés, señor?

-Un poco, señor -dijo en español.

-Me gustaría contar con su compañía en la comida, señor. Ya está preparada la cabina.....

Los españoles tuvieron muy buen comportamiento y, además, comieron bien, pues durante los últimos diez días sólo se habían alimentado de galletas y garbanzos; y a medida que se sucedieron los platos, fueron perdiendo solemnidad y mostrándose mucho más humanos.... **

 

Un navío de guerra inaugurando un tiempo de paz,  tras una dura batalla. Así es Casa Marcelo. Con rendiciones, con honor, con recuerdos, con pasión, con respeto.

En el momento que las lágrimas sobrepasaron lo permisible acordé no contarlo, dejar el recuerdo en la memoria, uno más. Pensé que comer con las manos era tan trasgresor que en vez de incomodar me reconfortaba y devolvía a la infancia. Logré deducir que el caldo donde se cuece la paletilla de gocho propicia el rezo más que los óleos eclesiales y que la lamprea, en vez de penitencia, provoca a la carne.  Sonreí con el caramelo que caía de la cúpula de aquel postre y recordé que, al principio, se homenajeó a una compañera de mar...

Sin darme cuenta aquello tocó su fin. No sé muy bien si las monedas de oro y plata pagadas son las correctas. Hoy, delante de la pantalla, creo que no son las justas. Aquellos marineros con Iván al timón, hicieron algo más que navegar. Repartieron sin pausa cañonazos de paz, metralla de felicidad, y algo más que comida. Creo que me dieron una parte importante de lo que es Galicia, su mar, su historia, sus gentes.

Quise jurar  no contarlo,  callar,  reservarme el derecho a la propiedad privada, a no decir que la cocina de Marcelo es cada día, si cabe,  más humana.

Gracias

 

 

 

 **Fragmento de "Capitán de navío", autor Patrick O'Brian. Editorial Edhasa. Me permito recomendar la lectura de toda la colección.

 

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