el pingue

El día a día.

A las siete de la mañana suena todos los días, salvo el fin de semana, el despertador de Ikea. Levanto las persianas, me froto los ojos, bostezo, me miro en el espejo del baño y me asusto. El tipo de enfrente es el mismo de ayer, y de anteayer,....., vamos,  yo pero con un día más.

La cafetera emite ruído  al llenar de presión su depósito, me corteja. Abro el bote del café, tomo el dosificador, lo introduzco en el porta y aprieto. Coloco dos tazas de loza blanca bajo el chorro marrón y espumoso mientras el aroma inunda la casa. Del frutero tomo cuatro naranjas salustianas de zumo, las exprimo y lleno dos vasos. A l mismo tiempo, las dos rebanadas de pan del día anterior se tuestan. ¡Clac!. El tostador me avisa. Echo la leche en el café, el aceite en el pan y coloco todo en una bandeja.....

La puerta se cierra y ella coge el ascensor. Saboreo el último beso, recojo el frutero, los platos, los vasos y enciendo el lavavajillas. Comienza un día más.

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Me pregunto por qué libros como este no se hacen en versión bolsillo. Leo, también, que Karles ha colaborado en un bonito libro y me alegro

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Salgo a la terraza y veo que las cerezas empiezan a tomar forma gracias al agua de estas últimas lluvias.

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La planta de fresa florece entre la avasalladora melisa.

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La hierba luisa rebrota de un palo en apariencia seco.

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Enciendo el horno y aso una pata de lechazo churro a 150ºC, con agua y sal. En otra bandeja de barro aso verduras.

Reviso blogs que no leía hace tiempo. Uno habla de lo bueno del fracaso, el otro lo vindica. Pienso un rato sobre el tema y rápidamente reinicio mi actividad. Hoy no se puden poner lavadoras pero se puede planchar. Enciendo la radio y suena Cat Power como parte de la banda sonora de Los Abrazos Rotos. El olor a ropa recién planchada me gusta.

Guardo la tabla y con cuidado arrincono la plancha para no quemarme. Pongo la mesa, saco el lavavajillas y enciendo la televisión. Arguiñano hace una ensaladilla con perlas de aceituna usando alginatos y xantana. ¿Se estará acabando el mundo? No, evoluciona, juega con nosotros.

Esta tarde hablaré con mi abuela sobre la receta. Ella no se pierde un programa,  un homenaje al cocinero. Leí una historia sobre él -creo cierta pero lo desconozco- que relataba cómo había sido capaz de sobreponerse a un fracaso justo en el momento en el que apareció una oferta para hacer el programa de cocina.

Me viene a la memoria que en las casas de mi infancia siempre hubo cerezos, uno en el majuelo y otro en la era, los dos plantados por mi abuelo Aurelio , panadero, labrador.

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Y así el círculo se cierra. Ella llama a la puerta, sonríe, me da un beso, cierra sus ojos,  sonríe de nuevo, me dice que huele muy bien. Me lavo las manos antes de comer, me miro en el espejo, sonrío feliz y veo al de ayer, y al de anteayer, una tarde más.

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