el pingue

La cesta de navidad. Peligro de extinción

La calle, donde estaba situado el comercio de cestas de navidad, es una de las más céntricas de mi ciudad. Anteriormente  había sido una tienda gourmet con solera, en aquellos días llamadas mantequerías,  que cerraría hace más de una veintena de años cuando el dueño se jubiló, cogió el montante y decidió no pagar más al rentero.

Pasaron unos años y un buen día abrió una tienda repleta de cestas de navidad. Se anunciaban cestas de todos los precios y para todos los presupuestos. Cestas de mimbre, de las que terminan en la chimenea o al costado del contenedor, arcones que corren el mismo destino a no ser que uno se los lleve al pueblo, y discretas cajas que albergaban perniles ibéricos junto a un par de botellas de reserva.

Yo que nunca he recibido una de éstas, siempre me pregunté qué se sentiría cuando un mensajero llamara a tu puerta y te dejara, previa firma y DNI, un ágape tan suculento envuelto en celofán.

Pues bien, yo creo que la crisis tiene algo positivo pues va a igualarnos a todos. El que recibía una caja genérica, este año no la recibirá. El que recibía una de tres pisos de mimbre, este año tendrá que conformarse con una del tipo "cesta de gato". El que recibía un jamón y unos reservas, este año toca paleta y crianza. Todo esto en el caso de que las empresas sigan existiendo. No sé que sucederá en el congreso. Con un llavero y un bolígrafo estarían haciendo piña en favor de las medidas restrictivas anticrisis pero sus señorías son imprevisibles......

La cara B de esta bajada en las ventas, que se prevé, es que las empresas que en estas fechas lograban un buen porcentaje de su ejercicio anual, verán mermados sus beneficios. Así que, cual Mortadelo, me pongo el disfraz de consejero Sebastián y, además de recomendarles que compren juguetes españoles, les encomiendo, queridos lectores sin posibilidad de recibir cesta en navidad, que acudan al súper y, en vez de regalar la bufanda, regalen a sus parientes vinos, quesos y viandas comprados en los colmados o ultramarinos del barrio. Este año el cuñado que todos los años traía el whisky y el cava no lo va a hacer y sus padres, madres,  suegros y suegras se lo agradecerán. Y Juanita y Manolo, los que toda la vida le apuntaban en un cuaderno lo que  se llevaba para pagar a fin de mes, también. ¡Si es que yo entiendo a Sebastián! ¡Tiene que estar en todo el muchacho!

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