el pingue

Inquieto Koldo

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A Koldo le conocí cerca de la Castellana, en Madrid. Los dos comenzamos un renovado proyecto y, desde entonces, conservamos una magnífica relación. De aquel tipo dicharachero, lleno de humor y arriesgado queda todo....., pero más asentado, quizá por eso nos aompañó su menú con un La Calma 2003, Chenin Blanc, absolutamente delicioso. Se retiró de los piercings pero no de esa capacidad innata para afrontar el riesgo, para iniciar aventuras desconocidas. Sentarse en su mesa es aceptar que él lo impregna todo: su personalidad en la loza.

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Su cocina está en evolución, trae retazos de las Américas Latinas, y compone platos que por arriesgados parecen abocados al desastre pero que funcionan. ¡Vaya que si funcionan!. El producto es de lo mejor que se puede encontrar y la generosidad de sus raciones y su menú son casi más una carta degustación que un menú degustación.

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Ahora, metido en mil y una, afronta el futuro con calma, construyendo su carta de panes a base de amasar en el restaurante; pensando en convertir su joven restaurante en un sitio destinado, aún más, al hedonismo, al disfrute sin fin. Quiere más cocina, más sala, más luz, más ventanal, más riesgo, más él: más pasión, más paz, más excelencia.

Koldo es su Restaurante, con Conchi es, además, Koldo Miranda Restaurante.

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