el pingue

¿Cómo que algo al centro para compartir?

Nuestros políticos y políticas, los que nos hablan del tema de la gripe A, nos demuestran dándose besos que la cosa no es para tanto. Imagino que lo harán para paliar la sensación de vivir una película de malos y buenos, de tiros y bombas llenas de bacterias, nuestra particular "La Jungla ES", una versión autóctona del serial protagonizado por Bruce Willis.  Recuerdo otra de este actor que se llamaba Estado de sitio, un catastrófico panfleto cuyo recuerdo me lo trajo la imagen de las ministras en un cuartel "supersecreto y superprotegido" donde compactan las pastillas que estarán, seguro,  haciendo más rico a alguno. Es curioso pero  esta última película fachosa es la  que ambienta los trayectos en avión o autobús con la intención de que olvides que vas en clase turista y que sí, esa "dureza" tras tu respaldo es la rodilla de tu compañero de galeras.

El fin de semana pasado compartimos mesa con amigos en el Llantén, un restaurante que tirando de imaginación , saber estar y hacer, ha capeado el verano con una oferta de conciertos, terraza, brasa -sin helicóptero de ICONA al acecho- y restaurante  gastronómico. La noche reclamaba terraza, parrilla y centros. Lo elegido fue presa ibérica, corvina, cecina de León, atún, pulpo, una botella de Garnacha de fuego 2008  y otra de Mano a Mano 2007, todo para compartir. Una velada inmejorable.

Y ahí está el problema. Ahora que han pasado unos días y con un viaje a Nueva York a las puertas miro a mis amigos, desde la distancia, con temor. Yo sé que no estoy griposo, ¿y ellos?. Recuerdo que  pinchaban en la misma pieza de presa que yo antes de trasladar el pedazo a su plato. Tiemblo sólo de pensar en que cuando repartimos el pan de la cesta no nos fijamos en si los virus "saltaban" de pedazo en pedazo. Todo esto además me ha puesto más nervioso cuando he visto a nuestra "oh reina de la mañanas" AR comenzar el programa recomendando llevar un tarro de jabón bactericida y frotarse continuamente. A punto estuve de llamar a la tele-tienda y pedir una caja, pero todavía no hay patrocinador para esa sección de la Quintana, así que esperaré unos días, a que me indiquen ella, Lapiedra, Lequio y Federico Jiménez Losantos qué marca comprar.

Y me desvelo por las noches pensando en qué será de las fiestas, de la bota de vino, del bufé de desayuno, de las ferias en las que se venden productos artesanos y estos se dan a probar. Qué va a ser de los adolescentes que devoran pizzas, bocatas y botellón a partes iguales. ¡Qué va a ser, por Dios!. Y aquí parto una lanza por la diócesis de mi ciudad que da libertad para el besamanos y besapies de los patrones y patronas y no impedirá darse la paz. ¿Y si cuando entremos en un templo nos encontramos con la escena de que nadie se da la mano y todos hacen el gesto nipón de respeto y saludo? ¿Y si la Coixet ha inoculado "su universo" en nosotros, en ellos y estamos todos buscando "el norte" con su mapa? ¿Y si esto es parte de la campaña viral de la productora?. Aviados vamos.

Miedo me da el invierno, no sólo por si caemos enfermos sino también por si la paranoia nos lleva a perder uno de las señas de identidad de nuestro tapeo. Llegarán los callos, los torreznos, el chorizo frito, los boquerones en vinagre, los buñuelos de bacalao, los rellenos de crema, los churros y las porras y, espero, la vacuna para la que se avecina que no es otra que la imaginación, el ajuste y la valentía que vamos a tener que buscar para seguir adelante a pesar de la crisis, a pesar de nuestros políticos, gracias a los amigos y a eso que se llama compartir penas, alegrías o silencios alrededor de la mesa, con unas  cañas y unas olivas al centro.

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