el pingue

Cal Campaner

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¿Se imaginan un restaurante al que irías a comer todos los días? ¿Un restaurante al que acudirías de rodillas, en acto de fe si llega el caso? Sí, queridos, Cal Campaner es uno de esos pocos que pueden decir que lo suyo es cocina de mercado y no mentir.

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Al fondo a la izquierda, tienen una capilla a modo de cámara frigorífica con cristal donde, en bandejas gastronorm  perfectamente ordenadas, se disponen tesoros de colores rojos, violetas, plateados, azulones, negros con puntas, blanquecinos y casi mutantes, ....., que parten hacia la plancha a petición del público que puebla y llena esta casa de comidas, pues es eso lo que es, más que un restaurante.

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Si en mi tierra están las que hacen guisos de callos, de verduras, de legumbres, asados, en Roses y en Cal Campaner se conservan cazuelas como la de callos de rape dignos de cualquier mesa de postín,  que  graba en tu memoria sensación de confort y  lo situas en días de invierno, en fotos en blanco y negro donde pescadores aprovechaban los menudos. Sí amigos,  casquería de la buena.

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Joan Romero domina la plancha como pocos y verle trabajar es una delicia pues desprende paciencia, tacto, seguridad y oficio. Arrebatar o dejar jugosas las piezas que van a la plancha es cuestión de segundos, no de minutos, y en Cal Campaner, antes y ahora, parece que paran el tiempo o quizá sepan tomárselo.  Gambas que al salir del hierro caliente conservan el coral cremoso y la carne nacarada; peces, como el San Pedro de la imagen, que mantienen la jugosidad y la gelatina de su piel intacta, a pesar de tener tostada la superficie; anchoas mollares, que ellos facturan con mimo, una a una, y que sirven regadas de un aceite de la zona del que haré acopio la próxima vez que vaya.

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Los postres no desmerecen pues la crema catalana es de aupa y los buñuelos auténtica repostería  de sartén. ¿Qué más se puede pedir? Pues un ambiente entrañable donde te traten con una sonrisa y buen humor, con la distancia adecuada, sin estridencias,  donde la gente ría, hable, y se chupe los dedos  recordando para la próxima que aquella es buena guarida para curar males del alma o del estómago, donde se cumple la máxima de Hipócrates, "Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento". Pues que así sea.

Cal Campaner

Carrer del Mossèn Carles Feliu, nº23

Roses, Girona

tlf: 972 256 954

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