el pingue

Sanchonar. Capones y enjundia.

Para no subir a por queso y yogures me acerqué a la carpa que había instalado Tierra de Sabor en mi ciudad. Allí mismo, al lado de Alfredo, estaba un tipo que cada vez que mostraba sus productos miraba a los ojos de la gente, no hablaba "al cuello" y sí hacía una labor comercial atípica. No le presté mucho caso pero al preguntar al quesero qué de bueno había me dijo que ni me moviera y me fijara en el puesto de Sanchonar

 sanchonar.jpg

Mientras esperaba fijé la mirada en una bandeja donde estaba uno de mis productos fetiche, un producto por el que peleaba en aquella olla de pollo guisado que se preparaba en casa antes de que nos vendieran estos bichos cojos, sin cabeza ni cuello, sin molleja ni corazón. Allí había una bandeja de patas de capón confitadas. Apenas pude retirar la mirada de ella mientras sentía de nuevo aquella melosidad y sabor de mi infancia combinada con lo crujiente y adictivo de los chicharrones que se facturaban en el Bulli. Despierto. Mi turno....

 contramuslo.jpg

"Yo no relleno los capones". Declaración de principios. ¿Y por qué? Pues porque el producto rey es la carne de este pollo capado y no concibe enmascararlo. De repente me enseña uno, me lo muestra por el obispillo donde la enjundia se acumula y sirve de base para todos sus platos confitados: muslos, contramuslos,..... Pincho de todo ante la atenta mirada del productor,... "Cuarto y mitad de todo", le espeto. Ya en casa programo que a los pocos días nos comeremos el contramuslo confitado, marcado a la plancha, con cuatro hojas de lechuga y una buena cerveza. Y así fue y así espero siga siendo porque este producto de mi tierra es algo más, es el ejemplo de por qué la calidad está por encima de todo y siempre es apuesta a caballo ganador.

 patas.jpg

La verdad es que me lo imaginaba viendo como gallean las aves en su explotación, intentando que no se engüeren los huevos, apretando las cecinas para saber si estan en su punto de curación, embotando y etiquetando sin mácula sus bolsas de vacío. Qué curioso esto porque días antes había escuchado a una importadora de vino japonesa que era fundamental mantener la imagen en el etiquetado y que cualquier rotura o pequeña mancha era motivo de rechazo para los consumidores de aquel país....

Ahora que lo pienso creo haber encontrado la fórmula para comprar artesano sin cometer errores: miren a los ojos al productor, escuchen, si sólo habla de dinero malo pero si habla de calidad, si habla de compromiso, si habla de apuesta por el sabor y además lo hace sin impostura, ¡compre!, no habrá gastado nunca mejor su parné. Y si además, como es el caso, lo que está comprando engancha a su memoria gustativa, será un tip@ feliz.

Más Noticias