el pingue

"Un país para comérselo". RTVE

El segundo. El segundo capítulo me ha reconciliado con el programa Un país para comérselo. Me decía Manuel Gago que le diera otra oportunidad, que estas cosas iban así. Yo le hice caso, claro, pero a regañadientes.

El primero. El primero me pareció un viaje a la carrera, sin tiempo, sin pausa, queriendo contar muchas cosas pero sin tiempo, sin pausa,  con buena prosa pero con un guion sin tiempo, sin pausa. A mí las cosas sin tiempo y sin pausa no me gustan. ¿Por qué no una hora en vez de algo más de media?. Hoy creo que el pildorazo es el pertinente y el adecuado. Lo es porque creo que el formato es desconocido o, por lo menos, ajeno a lo facturado en la tele pública aunque sí con "trazas" y "regusto" a Un país en la mochila de Labordeta.

Hay ojos que hablan de comida, de hambrunas, de estrecheces y de sabiduría "parda". Habituados a las estrellas, a los discursos casi enlatados, a las entrevistas color pastel,  llegan ciudadanos que hablan sin pose, que no tienen más lema que aquel tan pasado de moda : "las cosas bien hechas bien parecen".

Quizá en cada cruce de caminos quedan historias por contar y creo que es bueno que así sea. Quizá la curiosidad es uno de los ingredientes de este Un país para comérselo y ahora nos toque a nosotros descubrir los sabores perdidos y mezclarnos y aderezarnos con las gentes que pueblan cada rincón. Ahora que lo pienso, ¿no sería envidia lo que sentí al ver el primer capítulo? Fijo.

Más Noticias