El tablero global

Las multinacionales como Apple se mofan de los contribuyentes

"Jamás había visto nada igual, ni conocemos a nadie que haya visto algo semejante", proclamó hace dos días Carl Levin, presidente del Subcomité de Investigaciones del Senado de EEUU, en referencia a las tretas tributarias que la multinacional Apple lleva años perpetrando para defraudar al Fisco norteamericano.

"Apple buscó el Santo Grial de la evasión de impuestos", dijo Levin, "y ha creado filiales en el extranjero que poseen decenas de miles de millones de dólares, al tiempo que sostiene que no tiene residencia fiscal en ninguna parte".

En realidad, todas las grandes multinacionales hace muchos años que practican el truco conocido como "hybrid mismatch arrangements" (que detalló la OCDE en un informe hace más de un año), que "explota las diferencias nacionales en el tratamiento impositivo de los instrumentos, entidades y transferencias, para deducir el mismo gasto en distintos países, hacer que los ingresos desaparezcan entre un país y otro, o generar artificialmente diversas desgravaciones para la misma tasa extranjera".

Pero ni esa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que agrupa a 34 de los países más ricos y avanzados del mundo, fue capaz de imaginar cómo Apple iba a conseguir la proeza, entre otras muchas hazañas de fraude fiscal, de pagar en 2011 sólo diez millones de dólares en impuestos totales sobre unos beneficios de 22.000 millones, es decir una tasa del 0,05%... ¡700 veces menos de lo que deben pagar las empresas en EEUU!

En resumen, la artimaña consiste en mantener la verdadera dirección de la empresa en un país (EEUU) que aplica la residencia fiscal según donde se ha registrado como sociedad anónima, mientras la compañía se registra y ejecuta sus operaciones desde otro país (Irlanda) que basa la residencia fiscal en el lugar donde están los cuarteles generales de dirección y control. Así que, por ejemplo, Apple Operations International (AOI, una de las subsidiarias de Apple) no ha presentado ninguna declaración de la renta, en ninguno de los dos países, durante los últimos cinco años, pese a que en ese tiempo ingresó unos 30.000 millones de dólares.

El Senado de EEUU calcula que, en conjunto, durante ese periodo la popular multinacional informática de la manzana ha escondido al menos 74.000 millones de dólares (unos 57.200 millones de euros, o el doble del presupuesto anual español para Desempleo) fuera del alcance de la Hacienda pública estadounidense (IRS).

A lo largo de los años, esa conducta ha permitido a Apple acumular en sus filiales exteriores inaccesibles al fisco un tesoro estimado en 100.000 millones de dólares... y lógicamente sus accionistas están reclamando su parte de ese gigantesco capital, muchísimo mayor que todo lo que se pudiera reinvertir en el desarrollo de la compañía. Ahora bien, si repatría el dinero correspondiente a los dividendos de su accionariado con residencia fiscal en EEUU, tendrá que pagar los impuestos correspondientes. Así que su solución ha sido imaginativa: ha pedido créditos a bajísimo interés (puesto que la Reserva Federal está tratando de reactivar la economía) por valor de 17.000 millones para repartirlos como dividendos, endeudándose antes que tocar su fortuna en efectivo, de forma que no sólo no paga nada al fisco sino que incluso desgrava los beneficios que se embolsan los accionistas.

Llamado a declarar por el Senado ante semejante maniobra defraudadora, el consejero delegado de Apple, Tim Cook, ha tenido la desvergüenza de culpar de todo ello a lo que califica como "un sistema impositivo que aplica conceptos de la era industrial a la era digital, y en la práctica socava la competitividad de EEUU", ya que prevé un impuesto de sociedades del 35% sobre los beneficios. O sea, es perfectamente comprensible que las multinacionales estadounidenses escondan sus inmensos beneficios en paraísos fiscales, puesto que de lo contrario Hacienda les cobraría impuestos... igual que hace con los desgraciados asalariados norteamericanos. Algo a todas luces intolerable para los ejecutivos y accionistas de Apple.

La compañía exige al IRS que le otorgue una amnistía fiscal (en EEUU lo llaman "vacaciones de repatriación") para llevar de vuelta a su país los inmensos caudales acumulados en el exterior sin tener que aportar casi nada a las arcas públicas... que para eso ya están los trabajadores. Las multinacionales de EEUU han acumulado fuera de su país un patrimonio total estimado de un billón (con b) y medio de dólares (1,5 veces el PIB de España) y están gastándose muchos millones en hacer lobby para que el Congreso apruebe una legislación que les permita repatriar ese dinero sin pagar el impuesto de sociedades.

De hecho, el Capitolio ya les concedió esa amnistía fiscal en 2004, permitiendo que las grandes corporaciones recuperasen 300.000 millones de sus depósitos ocultos en el extranjero pagando una tasa de sólo el 5,25%: un séptimo de lo que dice la ley. Supuestamente, esa generosidad del Estado con las multinacionales iba a lograr que se inyectase todo ese dinero en la economía norteamericana, pero un estudio posterior de la Oficina Nacional de Investigación Económica descubrió que el 92% de ese colosal efectivo repatriado no se invirtió en ninguna actividad económica, sino que se usó para repartir dividendos, pagar bonus fabulosos a los altos ejecutivos o financiar operaciones especulativas.

El resultado de tan descaradamente injusto sistema fiscal es que seis de cada siete dólares recaudados para las arcas públicas de EEUU proceden de los impuestos individuales de los trabajadores estadounidenses, mientras que todas las empresas norteamericanas sólo contribuyen con una séptima parte de los ingresos del Gobierno de Washington.

Si eso no le parece aún lo bastante "competitivo" al señor Tim Cook, es que pretende regresar a las condiciones laborales del siglo XIX para hacer la revolución digital como se hizo la industrial. Un objetivo que parecen compartir muchos de los gobernantes europeos, que insisten en rebajar salarios, eliminar prestaciones y multiplicar los beneficios empresariales como genial procedimiento para superar la crisis.

Los líderes de la Unión Europea acaban de anunciarnos desde Bruselas que ahora sí van a tomarse en serio la lucha contra el fraude y los paraísos fiscales... exactamente igual que hicieron hace casi un año, el 28 de junio de 2012, cuando anunciaron que "luchar juntos contra los que defraudan y no pagan sus impuestos es la base de la estrategia de la Comisión Europea". Hoy, nos repiten las mismas cifras monstruosas que ya reconocían entonces: en Europa, los impuestos perdidos a causa del fraude y la evasión fiscal ascienden a casi un billón de euros anuales, lo que equivale al doble del déficit combinado de todos los Estados miembros, y supera el gasto sanitario conjunto de todos los países de la UE.

Esta vez, nos han asegurado que "antes de final de año" se logrará alcanzar un acuerdo con Austria y Luxemburgo para que levanten su secreto bancario... si previamente convencemos a Suiza de que haga otro tanto. Unas perspectivas muy prometedoras.

No cabe duda de que Tim Cook se mofa de los contribuyentes norteamericanos, pero todo indica que los líderes de la UE hacen igual con los europeos.

 

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