El tablero global

Los rusos intentan huir del nuevo zarismo de Putin

A Vladimir Putin le preocupan los sondeos que indican que su partido Rusia Unida ha recibido hoy casi once millones de votos menos que en 2007. Tanto le inquietan, que las autoridades han cometido miles de infracciones durante la campaña para favorecer a esa formación con el fin de evitar un descalabro que aunque al final le deje con mayoría absoluta en la Duma, le privará de los dos tercios de los escaños con los que hacía y deshacía a placer la Constitución.

Ahora bien, los que sin duda no le han votado son el medio millón largo de rusos que han emigrado durante su mandato en una ola migratoria masiva que amenaza con agigantarse en los próximos 12 años de zarismo, tras el regreso de Putin a la Presidencia en marzo. También son sondeos los que indican que hoy un 22% de los ciudadanos rusos desearía marcharse de su país para siempre, frente al 13% que expresaba ese deseo en 2009. El flujo de los que emigran de Rusia se estima ya en alrededor de 100.000 cada año.

Los motivos son la creciente desigualdad social, ya en niveles mexicanos; la falta de oportunidades de promoción (un joven ingeniero en nanotecnología suele cobrar menos que un barrendero), mientras los más altos puestos ejecutivos de grandes bancos y compañías están ocupados por hijos de gobernadores o de jefes de fuerzas policiales o de servicios secretos; y la parálisis económica de una potencia que obtiene dos tercios de sus ingresos por exportaciones de la venta de gas y petróleo.

El legado de los primeros 12 años de la era Putin, reinando desde el Kremlin o el Gobierno, es ya comparable al estancamiento que hundió a la URSS, aunque esta vez la corrupción, el nepotismo y la arbitrariedad de la oligarquía del putinismo son mucho más acendradas.

Pero él nunca perderá, con o sin urnas, ya que su circulo más íntimo de amigos y colaboradores controla entre muchas otras cosas el Bank Rossiya de San Petersburgo, cuyo capital se ha multiplicado por 40 durante su mandato, hasta alcanzar 8.900 millones de dólares, según acaba de revelar una investigación del Financial Times gracias a que uno de los testaferros de Putin ha decidido tirar de la manta.

Eso sí que es un éxito de gestión... y ¡sin tener que manipular votaciones!

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