A contracorriente

La contraofensiva de la derecha internacional

El nuevo ataque de los fondos buitres contra Argentina forma parte de una contraofensiva más amplia de la derecha internacional contra los países progresistas de América Latina. A través por sus principales voces en los medios -Financial Times, Wall Street Journal, The Economist, El País– la derecha ataca sistemáticamente a esos gobiernos, que no han aceptado los dictámenes del Consenso de Washington. Y por eso mismo, esos gobiernos latinoamericanos han logrado esquivar la recesión capitalista internacional que se ha instalado ya hace mas de seis años en el centro mismo del sistema, arrasando los derechos sociales y de la que aún no se vislumbra un final.

Los países latinoamericanos que siguen creciendo y distribuyendo renta al tiempo que disminuyen la desigualdad, que aumenta exponencialmente en el centro del sistema, son un factor de perturbación, la prueba concreta de que existe otra forma de hacer frente a la crisis, de que se puede distribuir renta, recuperar el rol activo del Estado, apoyarse en los países del sur del mundo y resistir a la crisis.

Por eso tiene lugar la contraofensiva actual de la derecha, que busca demostrar que ya no hay más espacio para que la economía de esos países siga creciendo; que los avances en las políticas sociales no son tales y que el asunto de la deuda no está todavía resuelto. Es crucial para las grandes potencias intentar demostrar que no hay alternativa al Consenso de Washington.

La formidable arquitectura de la renegociación de la deuda argentina nunca fue asimilada por las grandes potencias. ¡Caso de que resultara, que mal ejemplo para Grecia, Portugal, Espana, Egipto, Ucrania y tantos otros países aprisionados en las trampas del FMI! Tienen que demostrar que los dictámenes de la dictadura del capital especulativo son incuestionables.

La nueva ofensiva contra Argentina tiene que ser contestada por todos los gobiernos latinoamericanos que son, en distintos niveles, igualmente víctimas del capital especulativo, ese que se resiste a reciclarse para afianzar las inversiones productivas que necesitamos. Es hora de que los gobiernos de los otros países de la región no sólo acompañen a las misiones argentinas, sino que también asuman la disposición de imponer impuestos a la libre circulación del capital financiero. Una medida indispensable, urgente, que sólo puede ser asumida por un conjunto de países coordinadamente.

Asimismo, Brasil puede ayudar a Argentina – lo sugirió hace poco un importante economista brasileño– ofreciéndose como país de giro del pago. Argentina remitiría los recursos y Brasil haría el pago a los acreedores legítimos, sin posibilidad de ser confiscados. Una pequeña ayuda que permitiría a Argentina pagar a los acreedores  -el 92% del total– que han aceptado los términos de la renegociación.

Una renegociación que, por los criterios vigentes en casi todos los países, determina que cuando  dos tercios o tres cuartas partes acuerdan los términos del rescate los otros automáticamente tienen que aceptar esos términos. Es tiempo de que America Latina formalice ese criterio.

Muchos países del mundo miran hacia América Latina para entender cómo ésta ha podido sacarse de encima sus deudas externas. Ellos mismos miran ahora hacia Argentina. Porque saben que aquí está en juego mucho más que simplemente el 8% de la deuda remanente. Está en juego la soberanía de los países frente a los que quieren doblegarlos con el peso de las deudas contraídas por los gobiernos que sirven al FMI y a sus voceros.

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