A contracorriente

2018: ¿Un nuevo giro en América Latina?

Emir Sader

Después de la espectacular multiplicación de gobiernos progresistas en el continente, entre 1998 y 2006, que marcaron toda la primera década del siglo XXI con sus éxitos, especialmente en el plano social y de soberanía externa, América Latina pasó a sufrir un giro conservador desde 2015. Este se expresó en las derrotas parlamentarias en Venezuela, en las presidenciales argentinas, en el referéndum boliviano y en el golpe brasileño.

Ese viraje encuentra obstáculos muy rápidamente,tanto en el fracaso de los intentos de recuperación económica de Argentina y de Brasil, como en la aplicación a rajatabla del viejo programa de ajustes fiscales, sea con un contexto internacional que no correspondió a las expectativas de los proyectos de restauración neoliberal.  Como ocurre en todas partes donde se aplica ese programa económico, se profundiza en la recesión y nunca se recupera la capacidad de retomada del crecimiento económico.

En el plano internacional, la derecha latino-americana aguardaba el triunfo de Hillary Clinton, que cosechaba sus planes de golpes blancos en países del continente, así como del apoyo a gobiernos de restauración neoliberal. Su derrota y el triunfo de Donald Trump dejaron atónitos a gobiernos como los de Mauricio Macri y de Michel Temer, que han trabajado para debilitar los procesos de integración latino-americana y apuntar hacia la Alianza para el Pacifico. El proteccionismo de Trump y el debilitamiento de la Alianza para el Pacifico debiera apuntar exactamente en la direccion opuesta, lo que contradice la politica externa de esos dos gobiernos, así como su ideología de libre comercio.

Esos dos factores apuntan a un eventual nuevo escenario latino-americano en 2018. Por una parte, en Brasil, se refuerza la posibilidad de que Lula vuelva a la presidencia del país en las elecciones presidenciales en ese año. Mientras que, las puertas cerradas con que la política de Trump brinda a México, posibilita que las elecciones presidenciales del 2018 posibiliten la victoria de una candidatura que promueva el giro radical en la política externa mexicana hacia el sur del continente, como única forma de defensa frente a la ofensiva norteamericana. Por otra parte, Argentina tendrá elecciones presidenciales en 2019, las dificultades del gobierno de Macri y los mismos eventuales resultados de las presidenciales en países como Brasil y Argentina, pueden favorecer a que los tres países más grandes  del continente se lleguen a coordinar, por primera vez,sus políticas externas hacia  la soberanía

A esto se pueden sumar las evoluciones internas de Ecuador y de Bolivia, el primero en la dependencia de los resultados de la segunda vuelta, que apuntan, en principio, hacia la continuidad de los gobiernos de Alianza País. El segundo, con la decisión de Evo Morales y del MAS de que el presidente boliviano vuelva a presentarse como candidato en 2020, y su favoritismo para ganar. A ese cuadro se suman las elecciones en Paraguay – que puede ver el retorno de Fernando Lugo a la presidencia del país -, Uruguay, en Chile y en Colombia. Todos esos procesos se verán afectados por ese nuevo marco general: el fracaso de la restauración económica neoliberal y el protecionismo norteamericano. De esta forma, en buena manera se podrá reconstituir el marco de gobiernos progresistas en gran parte de la región, y esta vez si se confirma lo mencionado, con la integración de México.

Entre sus corolarios estarían los efectos hacia los países centroamericanos, hoy abandonados por México y por los mismos EEUU. El otro aspecto, de extrema importancia, seria la posibilidad de una integración mas amplia y profunda de América Latina con los Brics, el horizonte de un mundo multipolar que empieza a acercarse. Esta la vía que le queda a América Latina frente al proteccionismo norteamericano, al fracaso de la Alianza para el Pacifico  y al agotamiento de la globalización neoliberal.

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