Tierra de nadie

La manía de descubrir América

Desde que Colón llegó a América somos un país muy dado a los grandes descubrimientos. Mismamente esta semana hemos descubierto que se defrauda a mansalva y que uno de cada cinco euros que mueve nuestra economía es negro zaino e invisible a los ojos de Hacienda, unos 200.000 millones del ala aproximadamente. La segunda revelación es que a los controladores aéreos les estamos forrando el riñón en oro de 24 kilates, a pesar de que curran menos que el ángel de la guarda. Han de ser fenómenos muy recientes porque dos ministros, el de Trabajo y el de Fomento, han corrido a darnos cuenta de ambas exclusivas con la sorpresa cincelada en el rostro.

De la economía sumergida teníamos datos inconexos. Sabíamos que los trabajadores por cuenta ajena y los pensionistas declaran como media 18.400 euros al año, cinco mil más que los pequeños y medianos empresarios y los autónomos, aunque lo atribuíamos a que eso de montar un negocio tiene mucho gasto. Estamos rodeados de filántropos que crean sociedades para que sus currelas ganen más que ellos. Es la costumbre nacional y por eso la Agencia Tributaria vigila especialmente a los asalariados, que si les dejas se quedan hasta con la propina. Pensábamos además que algunos oficios están exentos de IVA, y por eso no hay quien pida una factura al fontanero, o que si pagamos parte de los pisos en B es para que el vendedor tenga siempre en casa algo de calderilla. ¿Que todo esto es el 20% del PIB? Virgen santa.

Respecto a los controladores la estupefacción es general, sobre todo en el Gobierno. La Administración les firma un convenio para que sólo trabajen cinco horas al días porque tienen más estrés que un cochinillo en Navidad y luego les permite hacer relajantes horas extras a tutiplén y a precio de angula. Durante años no se ha ampliado la plantilla y se ha impedido que los controladores militares puedan pasar al otro lado del mostrador. Menos mal que, finalmente, los señores del rádar han sido desenmascarados por quienes les otorgaron todos sus privilegios.

Nuestra ansía de conocimiento es tal que, a buen seguro, el futuro nos deparará nuevos hallazgos. Nos enteraremos, por ejemplo, de que la Justicia no es igual para todos, o que los bancos nos estafan cuando no hay crisis y, cuando la hay, nos arruinan mientras nos estafan. Da gusto poder descubrir América una vez a la semana.

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