Tierra de nadie

Lo que es normal, según Botín

Sobre lo que es normal hay opiniones. No debería extrañar que, con cinco millones de parados y constantes recortes salariales y sociales, la gente se eche a la calle y opine que los políticos no les representan. Sin embargo, lo que para muchos es normal, para Esperanza Aguirre es el embrión de un golpe de Estado. Ítem más. Es extraño que los empresarios tributen como mileuristas, o que el Banco de España se entere siempre el último del agujero de las entidades que vigila o que el Gobierno crea hoy que beneficia a España no privatizar las Loterías cuando el martes pensaba lo contrario. Para algunos, en cambio, es lo más normal del mundo.

El Banco de Santander, por boca de su consejero delegado, Alfredo Sáenz, afirmaba ayer que en tres años normalizará su beneficio, porque para la entidad no es normal que el de este año sea similar o ligeramente inferior al de 2010, cuando alcanzó los 8.200 millones de euros. Parece que lo normal, a su juicio, es que el beneficio crezca anualmente un 20% como en 2007, cuando se disparó hasta los 9.060 millones. En los últimos cuatro años, en plena crisis financiera, las ganancias del conglomerado de Botín han sumado 35.060 millones, algo que incluso al banquero le parece anormal, pero por escaso.

Respecto a la banca hay muchas cosas que no son normales, y eso sin contar con la anormalidad que significa que el consejero delegado siga ejerciendo pese a estar inhabilitado por el Supremo o que el presidente y su familia tuvieran olvidados en Suiza unos centenares de millones a espaldas del Fisco, asunto que han despachado con una simple complementaria. La mayoría vería no ya normal sino exigible que una institución tan capital, valga la redundancia, hiciera algo más por el país, aun a costa de que sus beneficios fueran algo menos obscenos.

Ernest Casell, el banquero de cabecera de Eduardo VII, también se extrañaba a veces. "Cuando yo era joven –decía- la gente me llamaba jugador. Cuando aumentó la escala de mis operaciones, me llamaron especulador. Ahora me llaman banquero. Pero siempre me he dedicado a lo mismo." Hasta ahí, todo normal.

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