Tierra de nadie

Falta el derecho de pernada

Los empresarios madrileños de la CEIM han empezado a correr en auxilio del vencedor y, ante las dificultades del PP para redactar su catálogo de reformas, han esbozado las que consideran urgentes en un documento, una carta a los Reyes Magos para que Rajoy les traiga de una tacada la bicicleta, el scalextric y la playstation. Ante la posibilidad de que haya gente que le siente mal que se tire a la basura su convenio o que su salario sea de miseria, los empresarios piden restringir el derecho de huelga. Estos tíos están en todo.

Lo bueno que tiene este libre mercado que impulsa la CEIM es que sobran todas las subvenciones menos las suyas. La Administración debe pagar por los contratos, por la formación, por las bajas laborales y, por supuesto, por los despidos, aunque en este caso, y para que no resulte demasiado gravoso, se reclama un recorte de las indemnizaciones, quizás para compensar los cinco puntos de rebaja en sus cuotas a la Seguridad Social. Obviamente, las empresas han de ser libres para descolgarse de los convenios, cuya ultraactividad debe eliminarse, y, ya de paso, si lo que se eliminan son los sindicatos pues mejor.

Con su inventario de contratos, el empleo está asegurado. Si, como se pide, se recupera el contrato de lanzamiento, un trabajador puede pasar con él tres años, y después, si está titulado, otros tres en uno de prácticas, o el resto de sus días en uno de obra perpetuo, porque hay obras que duran toda la vida. Inicialmente, debiera haber disfrutado de un contrato de inserción de dos años a razón de 640 euros al mes. A eso de los 40 años podría pensar en un contrato indefinido con despido de 20 días por año, siempre que no se ponga enfermo de manera reincidente e injustificada y haya que despedirle.

En coherencia con su apuesta por el copago en costes empresariales, los de CEIM quieren extender el modelo a la Sanidad y a la dependencia. Les preocupa el medio ambiente siempre que conlleve gastos y la prevención de riesgos laborales si no se les culpa a ellos solos de los accidentes. Se echa de menos que no exijan el derecho de pernada; todo se andará.

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