Tierra de nadie

¿Y si Alemania sale del euro?

En medio de la enésima tormenta contra la deuda soberana europea, que ayer se ensañó con nuestro tejado y nos creó una gotera de las gordas, el partido de Angela Merkel votaba en su congreso a favor de implantar un mecanismo de salida voluntaria del euro, algo que ni siquiera contempla el Tratado de Lisboa, donde la única fórmula que se recoge es el abandono de la Unión Europa. En vista de que con la canciller alemana no hay manera de saber si sube o baja, y no es la primera vez que ha amenazado a sus socios con tomar las de Villadiego de la moneda única, no deja de ser una posibilidad que Berlín haya previsto su propia tocata y fuga.

Como mero ejercicio teórico, las consecuencias en Alemania de un abandono del euro serían desastrosas a corto plazo. El resucitado marco se apreciaría de manera extraordinaria respecto del resto de divisas, euro incluido. Los activos de los bancos alemanes nominados en euros perderían gran parte de su valor, lo que obligaría al rescate del sistema financiero. A su vez, un marco a niveles estratosféricos afectaría gravemente a las exportaciones alemanas, y conduciría a un elevado déficit público para desesperación de la institutriz de Hamburgo.

Por el contrario, la Eurozona sin Alemania, gracias a la depreciación del euro, elevaría su competitividad, crearía empleo y corregiría más rápidamente su desequilibrio fiscal. Si no hubiera Merkel que lo impidiera, el BCE podría atemperar la incertidumbre que se cerniría sobre el club del euro respaldando sus emisiones de deuda, como anticipo de un Tesoro Europeo y sus eurobonos. En resumidas cuentas, el euro se salvaría y a sus partícipes les iría bastante mejor que a Alemania.

El efecto dominó ha demostrado que la caída de la última ficha no rompe la cadena. Nadie está a salvo, ni siquiera Francia o la propia Alemania, que, por cierto, debe su prosperidad actual al mismo motivo que aquí infló la burbuja inmobiliaria: el dinero barato que le procuró durante años el BCE para reanimar su economía. Podemos salvarnos si Merkel actúa o sin ella; con Alemania dentro y de brazos cruzados es casi imposible.

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