Tierra de nadie

Del decretazo al tijeretazo

Zapatero, a lo Churchill, se subió ayer a la tribuna del Congreso para prometer sangre, sudor y lágrimas, y a medida que desgranaba los recortes con los que esperaba ser bendecido por Bruselas y por Washington, fuimos conscientes de que el llanto, la transpiración axilar y las hemorragias sólo afectarían a algunos, es decir, a los de siempre. A funcionarios, pensionistas y dependientes, los colectivos más cautivos, las tijeras presidenciales les han hecho un traje, o mejor dicho un siete. Habrá que tocar madera para que a Obama le parezca que el sacrificio es suficiente y no vuelva a llamar a Moncloa a cobro revertido.

La primera consideración es casi una obviedad. El Gobierno pensaba la semana pasada que no era conveniente acelerar la reducción del déficit para no poner en peligro la recuperación; que ahora haga justamente lo contrario sólo indica que ya no es dueño de su política económica. Disminuir la capacidad de gasto de varios millones de españoles y dar otro tajo de 6.000 millones a la inversión pública hipotecará el crecimiento, que es el único motor del empleo. Si baja el paro también lo hará el déficit, pero invertir el orden de los factores alterará necesariamente el producto, al menos a corto plazo.

La segunda es otra obviedad aún mayor. El ajuste no es equitativo y sólo se ha centrado en el gasto y no en los ingresos. Ayer se volvió a oír a Zapatero decir que la crisis exige más esfuerzos de los que más tienen, algo que sólo es una bonita frase para el diario de sesiones que no se compadece con la realidad. Era tan de izquierdas bajar los impuestos y eliminar otros, como el de Patrimonio, que un millonario paga hoy menos a Hacienda que en 2004. La verdadera reforma estructural es la tributaria y la auténtica batalla debe darse contra el fraude fiscal, pero eso, claro, lejos de tranquilizar a los mercados los pone de los nervios.

La tercera es una predicción. Con este tijeretazo, que degrada el decretazo de Aznar a una simple ñoñería, el PSOE suma a los sindicatos y al resto de la izquierda entre sus adversarios. Supone también el fin de la geometría variable. De cara a los Presupuestos de 2011 y descartada la ayuda de CiU, Zapatero está en manos del PNV. Seis diputados vascos pueden forzarle a unas elecciones anticipadas. Así de dura es la vida.

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