Tierra de nadie

Contra la corrupción, ¡aborto, no!

Para pasar el trago de los escándalos de corrupción, nada hay mejor que una buena manifestación contra el aborto. Para un dirigente del PP es la terapia perfecta. Llega uno tenso, después de explicar que la culpa de que Camps quiera mucho al Bigotes es de Rubalcaba y sin saber muy bien si Costa ha dimitido, se le destituyó por poderes o se pasó a IU al verse rodeado, y empieza a sentir alivio en las cervicales. La de hoy en Madrid es mejor que el voltarén para el dolor de espalda.

Ausente Rajoy, al que se supone escribiendo los mandamientos del nuevo código de conducta del partido, donde se explicará con gráficos lo que es un soborno para disipar las dudas actuales, la gran atracción de la jornada es la presencia de José María Aznar, que ya nos tiene dicho que este Gobierno rompe las familias más que el vino de garrafa y ahora, al parecer, se empeña en que ni siquiera lleguen a formarse. A su lado marchará Jaime Mayor Oreja, cuya contribución más destacada al debate fue defender hace unos meses, en auxilio del cardenal Cañizares, que el aborto es peor que la pederastia, ese entretenimiento inocente al que se habían aficionado entre misa y misa algunos sacerdotes.

Las lecciones de moral de Aznar siempre son de agradecer en estos tiempos de perdición y relativismo. Pero sigue sin quedar muy claro por qué mantuvo la ley actual que, pese a considerar un delito la interrupción voluntaria del embarazo, permitió que se realizaran el año pasado en España más de 120.000 abortos. El ex presidente se ha justificado diciendo que se trataba de una norma de consenso, por lo que cabe deducir que cualquier "perversión" es posible si nos ponemos de acuerdo entre todos.

Además de aportaciones económicas, que ya se sabe lo caro que es defender el derecho a la vida en este país, los organizadores del evento han pedido a los asistentes que den colorido a la marcha, para que quede claro en televisión que no son imágenes del NO-DO. Cómo salir de esta máquina del tiempo que siempre muestra al PP al lado de un crucifijo, en singular cruzada contra el aborto, el laicismo o el matrimonio homosexual, merecería un capítulo entero en el nuevo código de conducta que prepara Rajoy. Lástima que, para sus maltrechas articulaciones, el gallego siga prefiriendo el agua bendita al fisioterapeuta.

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