Tierra de nadie

Héroes del aire

Un holandés de 32 años llamado Jasper ha sido declarado héroe de forma unánime tras reducir al presunto miembro de Al Qaeda que quiso hacer estallar el avión a Detroit de la Northwest Airlines. Si ser héroe nunca fue sencillo, la hazaña de Jasper es superlativa ya que, según se ha contado, iba sentado en la misma fila que el terrorista nigeriano pero al otro lado de la cabina y –he aquí la dimensión de su proeza,- logró incorporarse y lanzarse por encima de varias butacas para reducirle. Cualquiera que conozca un avión sabe de las dificultades que entraña cualquier movimiento, desde ponerse en pie para ir al baño hasta untar de mantequilla el panecillo del catering sin clavar el codo en las costillas del pasajero de al lado. Estamos, por tanto, ante un héroe y, sobre todo, ante un contorsionista.

Como las heriocidades nunca vienen solas, decenas de miles de personas se disponen a seguir sus pasos. La regresión está en marcha. Si acceder a un avión con destino a EEUU ya era difícil, a partir de ahora será una misión reservada a ciertos elegidos. Esperarán horas para facturar su equipaje y al llegar al mostrador les preguntarán si han perdido de vista en algún momento su maleta. Si la respuesta es sí, tendrán que volver resignados a la casilla de inicio.

Pasado ese primer filtro, soportarán otra cola ante el detector de metales. Tendrán que ir descalzos y sujetándose los pantalones, porque los cinturones y los Martinelli los carga el diablo y se chequean aparte. Se les escrutará el iris mientras se les requisan los mecheros, la colonia, los potitos y el llavero de la Giralda porque es punzante. Tendrán que mostrar las pantorillas por si llevan adherida pentrita, lo que aconseja el uso de falda, escocesa para los caballeros. Serán olfateados por perros y cacheados. Si, a pesar de todo, suena la alarma, la revisión incluirá un tacto rectal. Le pedirán el pasaporte en la cola del control, en la de la puerta de embarque, en la del duty free y hasta en el cuarto de baño. Si se llaman Omar, Mohamed o Abdul puede que tengan que viajar esposados o en coma inducido.

La seguridad es necesaria y quizás sea imprescindible que su aplicación alcance el paroxismo. Ocurre que muchos de nosotros no somos héroes y nos sienta como un tiro la falda. Nueva York mola, pero Cuenca no es manca y, además, tiene tren. Como Santa Marta.

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