Tierra de nadie

¿Dejaremos que una estatua nos gobierne?

Irá por delante en las encuestas, pero en inteligencia política Zapatero sigue sacando a Rajoy varios cuerpos de ventaja. A la gente hay que darle lo que pide, que unas veces es circo, otras pan y, en ocasiones como ayer, un pacto contra la crisis o, al menos, alguna muestra de entendimiento entre el Gobierno y la oposición, porque aquí le tenemos mucha fe a eso de remar juntos aunque no nos lleve a ninguna parte. Lo que resultaba evidente para cualquiera, no lo fue para Rajoy, al que muchos toman por un brillante parlamentario cuando, en realidad, sólo es un buen lector de discursos, aquejado además, de un tiempo a esta parte, del síndrome del polvorón: sin papel se desmorona.

El debate en el Congreso prometía, no ya por lo que pudiera decir Zapatero, sino porque desde las filas del PP se había aventado la especie de que la larga espera había merecido la pena y que, por fin, el gallego iba a tener a bien revelarnos la composición exacta de su bálsamo de Fierabrás, esto es, el conjunto de medidas con las que vadearíamos la crisis y, entre ellas, esa receta mágica contra el paro que guardaba en secreto para no dar pistas al adversario. Pues bien, el plan de Rajoy es que el PSOE le haga el trabajo y liquide a Zapatero, en vista de que una moción de censura es muy fatigosa, sobre todo por las horas que el candidato, o sea él, tendría que estar de pie.

Convencido de que el pacto o su simulacro es el placebo que el país reclama, Zapatero se limitó a ofrecer una mesa de partidos para llegar a un acuerdo antes de dos meses sobre competitividad, déficit público, política industrial y sistema financiero. En ella participarán Blanco, Salgado, Sebastián y él mismo si su talante se demostrara imprescindible. Y todo ello mientras el portavoz socialista José Antonio Alonso prosigue sus contactos con los grupos parlamentarios para llegar a un acuerdo sobre lo mismo o algo parecido. ¿Diálogo? Nos vamos a hinchar.

De tener algo más de cintura que una columna dórica, Rajoy habría aceptado el envite, sobre todo si, como es el caso, te aseguran que muchas de tus propuestas serán tenidas en cuenta. Pero al del PP le han convencido de que lo único que tiene que hacer para llegar al poder es petrificarse y no hacer nada, no vaya a ser que se equivoque. Ha habido caballos que han sido ministros; lo difícil es que una estatua llegue a presidente.

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