Tierra de nadie

La esclavitud, según la CEOE

En la escalada de propuestas disparatadas sobre un nuevo contrato para jóvenes la CEOE se ha quedado a un paso de reclamar uno libre de cuotas empresariales, sin indemnización por despido, sin derecho al desempleo y en el que el sueldo del operario sea pagado a partes iguales por el Estado y las Comunidades Autónomas. Si funcionara, algo muy probable, podría extenderse a los mayores de 45 años, y, si también en esta franja fuera un éxito, ampliarse a toda la población. En esas condiciones, la patronal estaría en disposición de encaminar al país hacia el pleno empleo.

Hay que reconocer que la CEOE ha encontrado una fórmula para acabar con la dualidad del mercado de trabajo: universalizar la precariedad. Díaz Ferrán dice que no quiere un contrato basura para los jóvenes, pero sugiere uno que es una bazofia; afirma que lucha por la estabilidad, aunque pide que se mantengan los contratos de duración determinada y se fomenten los de tiempo parcial; como los indefinidos son muy caros, reclama que se abarate el despido; si el trabajador enferma, que se mejore, pero que la baja entre el cuarto y el decimoquinto día la pague Rita; si la empresa abre delegación en Tokio, que se obligue a la plantilla a meter un quimono en la maleta o que se pase por el INEM; para los despidos colectivos, que el juez haga la estatua, y firme donde pone 20 días por año con un límite de 12 mensualidades; y respecto a las cuotas a la Seguridad Social que se reduzcan, aunque Don Gerardo hace tiempo que dejó de pagarlas.

Una cosa es una reforma estructural de gran calado y otra sumergir las relaciones laborales en la fosa de las Marianas. Informado de que la esclavitud no es legal en España, Díaz Ferrán tuvo ayer que retractarse de su propuesta de contrato sin derechos para menores de 30 años, una modalidad que acabaría con el mileurismo de un plumazo ya que el salario máximo sería el del SMI, es decir 635 euros al mes, aunque podría llegarse a 700 euros por buen comportamiento del penado.

Siempre se ha dicho que el valor de los interlocutores sociales ha de medirse por su capacidad para llegar a acuerdos y que tanto la patronal como los sindicatos son conscientes de que no pactar es su fracaso. Pactar implica renuncias. ¿A qué está dispuesto a renunciar Díaz Ferrán? A sus deudas.

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