Tierra de nadie

La izquierda se ha muerto

Sostiene Carrillo que es muy necesario otro partido a la izquierda del PSOE porque el PCE es el fósil de un trilobite e IU padece de anemia crónica. A esta nueva organización le correspondería recoger la tradición comunista y criticar al capitalismo de hoy que, en su opinión, es mucho peor que el de hace un siglo. A uno le cuesta asumir que la solución de la izquierda pase por la refundación en torno a un nuevo edificio donde buscarían piso los inquilinos de siempre, sin antes resolver su gran problema de fondo, que no es la marca sino la esencia. El problema de la izquierda es que se ha muerto y el deceso se ha silenciado, como la viuda que oculta el cadáver del marido para cobrar su pensión unos meses más.

Sólo el fallecimiento explicaría que, ante una crisis que ha conmovido los cimientos del capitalismo, la izquierda haya sido incapaz de elevarse sobre el caos para ofrecerse siquiera como posibilidad. No cabía esperar mucho de una izquierda oficial, que carece de pasado porque renegó de él, que se ha convencido de que no existe alternativa al libre mercado y que entiende que el progreso se circunscribe exclusivamente a reconocer a los homosexuales el derecho a contraer matrimonio. El drama es que la otra izquierda no perdió el tiempo a la hora de consumirse a sí misma, levantado banderas que ya nadie sigue o aprovechando un viaje en taxi para escindirse en grupos impares menores de tres.

El reto no es botar al océano de la política unas nueva siglas sino iniciar la resurrección, porque hasta Juan la Loca se cansó de pasear por los campos el féretro de su bello esposo. Y ello exige rescatar lo aprovechable del naufragio del comunismo, atraer de nuevo a los intelectuales, alumbrar ideas cuyo horizonte no sea el de la utopía irrealizable, construir un discurso económico que enfrentar al pensamiento único y desterrar un obrerismo caduco, ya que la semilla ha de germinar en una clase media que, aun explotada, se contempla a si misma como la burguesía del chalet adosado y la barbacoa.

No se trata de conservar el pasado sino de cumplir sus esperanzas. No basta con proclamar que algo es de izquierdas para que lo sea. La izquierda nace en la igualdad, se alimenta de la libertad individual y se expande con el conocimiento. Lo demás es un vudú insensato.

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