Tierra de nadie

Los alemanes se cansan de Merkel

Los ciudadanos de Hamburgo deben de ser gente muy desinformada ya que no se han enterado de que Angela Merkel es una líder planetaria con más seguidores que Lady Gaga en Facebook, que la economía alemana es la envidia del mundo libre y que el milagro de su crecimiento ha postrado de hinojos a socialistas de terceras y cuartas vías en inequívoca señal de respeto y adoración. Ignorancia tan atrevida es lo único que puede explicar que los democristianos de la canciller se hayan estrellado en las elecciones regionales de pasado domingo y que un socialdemócrata, Olaf Scholz, les haya birlado por mayoría absoluta la alcaldía presidencia del land de los puentes.

Seguro que David Taguas, el germanófilo ex asesor de Zapatero, que ahora guarda la viña de Seopan mientras le felicita vía sms por sus recortes, tiene una explicación a la debacle. No es posible que los primeros alemanes llamados a las urnas este año estén hartos de que aumente el PIB pero no sus salarios -que así es competitivo cualquiera-,  de la dualización de un mercado laboral en donde gana terreno el mileurismo o de que los tijeretazos en educación haya dejado al país sin mano de obra cualificada, al punto de que la emperatriz teutona tenga que venir a España a buscar ingenieros con don de lenguas porque la BMW no los encuentra en los clasificados del Frankfurter Allgemeine.

Es comprensible que tipos de la periferia como nosotros no entendiéramos ese empeño suyo en tumbar el euro, demorando el rescate a Grecia, animando a los especuladores a cebarse con Irlanda o, como ahora, aplazando la ampliación del fondo europeo de rescate para hacer pasar las de Caín a Portugal. Y hasta nos pareció un disparate que tratase de imponer a sus socios un ajuste de caballo que sólo puede retrasar la recuperación y, paralelamente, acabar afectando a la industria exportadora germana, que en algún lado tendrá que colocar lo que produce.

Lo sorprendente, visto lo sucedido es Hamburgo, es que no seamos solo nosotros quienes contemplamos a frau Merkel como un castigo divino con forma de institutriz malhumorada. También lo creen así esos alemanes tan desinformados de su propia prosperidad. A la maquinista de la locomotora europea le han empezado a bajar los humos pero tiene dos años por delante para seguir haciéndonos la puñeta.

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