Tierra de nadie

En el PP se lo están llevando crudo, que es gerundio

Atribuyen a Cela la explicación definitiva de la diferencia entre un gerundio y un participio. Ni es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, aunque lo parezca, ni es igual estar jodiendo que estar jodido, como cualquiera en este caso podría confirmar. Esto último es casi un tratado ontológico, un reflejo de la bipolaridad del mundo, un dilema shakesperiano: estar jodiendo o estar jodido, he ahí la cuestión.

En el PP no conocen el participio y, si en algún momento supieron de su existencia, decidieron darle batalla sin cuartel en el único campo en el que les era posible: el del dinero. En esta admirable lucha no han reparado en gastos. Combatieron el tópico de que la política está muy mal pagada con sobresueldos, plantaron cara a la usura bancaria con préstamos a tipo cero y hasta solucionaron el problema de la vivienda de sus dirigentes con una red de pisos propia, de esos que se anuncian con portero físico y finca representativa.

Los populares han sorteado la crisis, se han reído de ella en su cara y son un modelo para esta sociedad desnortada. González Pons, del que ahora hemos sabido que todo lo que le paga el Congreso por alojamiento lo mete a plazo fijo en ING porque el partido ya le pone la vivienda, es un abanderado del ahorro y la austeridad. Ha mostrado el camino a tantos desahuciados por su mala cabeza, que encima se atreven ahora a hacerle un escrache. ¿Para qué comprar un piso si los impuestos de los españoles te pueden pagar el alquiler por partida doble? ¿Por qué estar inmobiliariamente jodido cuando no es necesario?

Contrariamente a lo que parece, nadie en esta modélica organización ha cobrado por encima de sus posibilidades. La prueba de que podrían haberlo hecho es que dejaron de repartirse los millones de euros que Bárcenas se llevó a Suiza cuando iba a esquiar a los Alpes. Si no lo hicieron fue por responsabilidad y sentido del Estado, porque están para servir y no para servirse. A su manera todos son un poco suizos, ya sea por que tienen cuentas en el UBS o porque el más tonto hace relojes.

El PP es una familia en la que todos se ayudan. No se abandona a nadie en el participio. Todo se comparte a la cristiana manera. No hay pobres. La única angustiada por los finales de mes era Esperanza Aguirre, pero la culpa era de ese palacete de techos altos en el que vive que no se calienta ni pagando. El partido de la derecha ha funcionado como una auténtica cooperativa de cobrantes, con Rajoy a la cabeza, dando ejemplo a todos, sin discriminación por razón de sexo. Igual cobraba Arenas que Cospedal, Montoro que Sánchez Camacho, Floriano que Ana Mato, aunque con la actual ministra de Sanidad cabe la duda de si la pobre se enteraba de algo o pensaba que aquel confeti de billetes era rarísimo.

Con el participio superado, los conservadores se han centrado en el gerundio como si les fuera la vida en ello. Podrían atestiguarlo los funcionarios, los parados, los emigrantes, los estudiantes, los enfermos, los trabajadores en general, los preferentistas o los desahuciados, salvo los que se suicidaron porque, a diferencia de Pons, nadie les pagaba la casa con el dinero de todos. Que están jodidos es evidente; y que se lo deben a unos tipos que se lo están llevando crudo, también.

La dicotomía es aparentemente irresoluble. De un lado están los gobernados en su participio; de otro, los que están gobernando, sacando pecho de su gerundio y de esas medidas duras y difíciles que nunca les afectan a ellos. Están a punto de que les mandemos a freír espárragos, que es infinitivo pero que debiera ser imperativo.

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