Tierra de nadie

Huérfanos, la mejor mano de obra

Está visto que para la recuperación económica no se puede contar con los trabajadores, que son tan gandules como ladinos y por la noche, en vez de la última novela de Dan Brown, se leen el Estatuto para ver cómo pueden ausentarse del tajo y hacer la puñeta a sus empresas. Habitualmente consiguen sus propósitos, porque la legislación es muy franquista para desgracia de los patronos, que si por algo se han distinguido históricamente es por su denodada lucha contra la dictadura a todos los niveles, empezando lógicamente por la normativa laboral.

Se han dado casos increíbles. Hay quien se ha casado sólo para tomarse quince días de vacaciones, madres que han aflojado los frenos de las bicicletas de los niños para que se rompieran la crisma y conseguir dos días libres para ir a verles al hospital y hasta se cuentan historias de mujeres que se han quedado embarazadas exclusivamente para hacerse ecografías y asistir a clases de preparación al parto con el único objetivo de abandonar por un rato la cadena de producción.

Tanta picaresca ha hecho reaccionar a la CEOE, que en esta época de recortes ha prescindido de su poli bueno y mantiene al frente de su departamento de relaciones laborales a una especie de Santos Trinidad llamado José de la Cavada. Injustamente acusado por la Inspección de Trabajo –otro vestigio franquista- de vulnerar "el derecho a la dignidad" de los empleados que tenía a sus órdenes y de usar "un sistema autoritario de gestión con brusquedad y expresiones verbales que han provocado tensión y sufrimiento", De la Cavada fue multado con 25.000 euros. Ello no le ha apartado un ápice de su misión histórica de combatir los desmanes del obreraje.

Su última denuncia ha puesto el dedo en la llaga. ¿Cómo es posible que la ley contemple cuatro días de permiso para aquellos trabajadores que deban desplazarse en caso de fallecimiento del padre, ahora que la diligencia está en desuso, el AVE llega a Alicante y hasta Castellón tiene un aeropuerto? Inobjetable. Nada de esto ocurriría si los empresarios sólo contrataran a huérfanos y exigieran el correspondiente certificado de defunción de los progenitores, pero la ingenuidad de nuestros emprendedores es de tal calibre que los abusos son constantes.

A estos desmanes hay que ponerles coto antes de que sea tarde. Pase que haya trabajadores que abandonen su puesto para ir al baño una vez al día, pero eso de tomarse un puente porque a uno se le muera la madre en Ciudad Real no es de recibo. De la Cavada se sabe todas las tretas de esos lazarillos asalariados. Se empieza yendo al entierro de la madre a La Mancha, se sigue por el del padre y nadie asegura que los hijos no se maten en la carretera y continúe el cachondeo de las libranzas. Así no hay quien organice el trabajo. Si además hay que mandar coronas, la ruina está asegurada.

El de la CEOE reconoce que el absentismo ha bajado con la crisis pero sigue habiendo mucho enfermo, tipos con cáncer, por ejemplo, que se pillan varias bajas en un año sin ningún remordimiento y te arruinan la competitividad y la productividad de una tacada. Para ellos propone que no cobren los primeros quince días de la incapacidad, algo que no sólo es coherente con su estado -¿va uno a fundir la visa estando en la cama?- sino que constituiría un incentivo a su recuperación. El trabajo es salud, como es bien conocido.

Nos hacen falta muchos De la Cavada, capaces de plantar cara al proletariado y cantarles las cuarenta a algunos empresarios a los que les estaría bien empleado cerrar sus negocios por no saber negociar los convenios y "entregarse a la otra parte". Sólo visionarios como este dirigente de la CEOE son capaces de proponer con años de antelación minijobs con despido gratis, que es en lo que ahora estamos. Pongamos a este hombre en el Ministerio de Trabajo y olvidémonos de pedir ayuda a la Virgen del Rocío, que siempre está de vacaciones.

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