Tierra de nadie

Hacienda somos todos, incluido el Barça

Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte, se ha declarado orgulloso del Barça, al que ha calificado de activo fundamental de la Marca España. Y eso está bien. Ha descrito las virtudes de una institución que cree en la igualdad, que apoya a los discapacitados y apuesta por la integración, y hasta ha ensalzado el escudo "que han defendido y defienden cientos de nuestros héroes" como patrimonio del deporte español. Y esté muy bien que lo diga, porque le va en la nómina.

Lo que a priori excede de las obligaciones de su cargo y de su sueldo es poner en solfa la investigación judicial que trata de determinar si la directiva del club planificó toda una ingeniería contractual para dejar de pagar a Hacienda un potosí en el fichaje de Neymar, asunto, por cierto, por el que el Barça ha corrido a depositar por si las flies 13 millones de euros en previsión de males mayores. Todo esto es lo que ha hecho Cardenal en un inusual artículo publicado en El País. Como es natural, al fiscal jefe de la Audiencia, Javier Zaragoza, le ha faltado tiempo para saltar a su yugular y ponerle a caldo.

Cardenal dice rebelarse contra la desmesura del acoso y las acusaciones lanzadas contra el Barça, una entidad que, según recuerda, podría presumir de ser el equipo que más genera en el mundo porque el tipo máximo del IRPF en Cataluña es del 56%. Y asegura tener claro que sus directivos son gente intachable, bellísimas personas incapaces de apropiarse de cantidad alguna, aunque algunos de ellos, al parecer, estén siendo investigados justamente por lo contrario. Su remate final es antológico: "El FC Barcelona tenía motivos para sostener la convicción de que actuaba conforme a la legalidad, al acudir a una praxis común". Dicho de otra forma, que hizo lo que todos.

A los contribuyentes, especialmente a los catalanes que también abonan religiosamente el 56% del tipo máximo del IRPF, les trae sin cuidado que el Barcelona tenga el récord mundial a los hora retratarse ante Hacienda, ya que cada cual ha de pagar lo que le corresponde. Todo lo más, admitirían que Montoro les diera un globo a sus directivos cuando pasaran por la ventanilla. Lo que les preocupa es que el secretario de Estado de la cosa reconozca que el tráfico jurídico del futbol abona el terreno a los enjuagues, ya que la responsabilidad de que exista una normativa que lo impida es suya en gran medida.

Confunde Cardenal la velocidad con el tocino. A cualquiera le encantan los regates de Messi, salvo aquellos en los que trata de driblar al Fisco. Y todos pueden sentirse encantados con que el Barça sea "un club de los nuestros", siempre y cuando no juegue con las cosas de comer. Con los impuestos se hacen las carreteras por las que circulan los Ferrari de las estrellas del fútbol y se pagan los subsidios a los parados y hasta el salario del secretario de Estado para el Deporte.

El artículo raya en lo infantil, y eso sorprende porque su autor, además de licenciado en leyes y catedrático de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, es hijo de un exfiscal general del Estado, bien es verdad que de infausto recuerdo. Más aún sorprende que Cardenal se haya metido en este jardín de berenjenas sin haber recibido antes el visto bueno o, incluso, la sugerencia de su jefe el ministro, José Ignacio Wert, que bien podría estar expiando algún pecado tras aquella petición suya de españolizar a los niños catalanes. En definitiva, no es normal que un secretario de Estado, que por ley forma parte del Gobierno mismo, se atreva a enmendar la plana a la Judicatura.

El asunto de fondo –el de la posible defraudación a Hacienda- no dejaría de ser un pleito más –iniciado por cierto por un socio del club- de no ser por las circunstancias especiales que rodean hoy a todo lo relacionado con Cataluña. Más infantil que el artículo de Cardenal sería que el Gobierno tratase de congraciarse con los catalanes intentando salvar la cara y la cartera de un equipo de fútbol, o, incluso, quisiera prevenir que cada partido en el Nou Camp se convirtiese en una Diada contra el Estado.

Independentista o no, será difícil encontrar a alguien sensato que apruebe que el Barça, el Madrid o la Balompédica Linense dejen de pagar a Hacienda lo que les corresponde. Quienes cumplen con sus obligaciones fiscales y sufren complementarias de Hacienda por discrepancias de hasta un euro están hasta la coronilla de ese incomprensible trato de favor que permite que los clubes de fútbol mantengan una deuda de cientos de millones de euros con el Fisco sin que se les embargue hasta los higadillos.

La dichosa Marca España, que viene ahora a ser como la Seat antes de que la comprara Volkswagen, no se ensombrece porque se investigue si alguien ha cometido fraude sino por todo lo contrario. Cardenal puede estar contento. Ha hecho feliz al nuevo presidente del Barça, Josep María Bartomeu, y en nombre de CiU le ha alabado el gesto el diputado Josep Sánchez Llibre, que además es del Espanyol.

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