Tierra de nadie

Mas ríndete; Belén Esteban ya está aquí

Hasta ayer mismo se daba todo por perdido. Cundía la resignación entre el españolismo al comprobar que a Rajoy volvía a vencerle la molicie y que ante los constantes desafíos soberanistas de Artur Mas el presidente era incapaz de enviarle cuando menos a una pareja de la Guardia Civil que eso siempre impone. Nadie contaba con su carta bajo la manga, con esa bomba atómica que ayer mismo empezó a detonar en el centro de Barcelona: Belén Esteban.

No es por menospreciar a Alicia Sánchez Camacho, que lo ha dado todo, o al ministro Margallo, que el pobre casi invitaba a la independencia por su propia condición de ministro de Asuntos Exteriores, pero para hablar al nacionalismo de tú a tú con argumentos sólidos hacía falta un peso pesado, un primer espada, una estrella de la Champions League y no un centrocampista de segunda división. Y en estas apareció la princesa del pueblo para insuflar ánimo a las desmoralizadas tropas.

Lo de la Esteban de ayer en Sant Jordi fue muy grande. No se limitó a gritar "Arriba España", como hizo hace algún tiempo en Sálvame cuando le cantó las cuarenta al empresario que se negó a darle la mano al Príncipe y proclamó a los cuatro vientos y a Jorge Javier Vázquez la españolidad de Barcelona. En esta ocasión, entonó su ideario ante una cola de catalanes ansiosos de que les estampara su autógrafo en Ambiciones y reflexiones, la primera de sus obras, escrita gracias a la pluma de Boris Izaguirre y que comienza con una verdad como un puño: "Soy Belén Estebán –María Belén Esteban Menéndez en el carné de identidad- y todo el mundo me conoce".

Los de San Blas –y en esto me dará la razón mi admirado David Torres- somos así. Nuestra vecina no se dejó impresionar porque el diputado de ERC Alfred Bosch, que también presentaba libro, le comiera la oreja diciendo que una Catalunya independiente sería más amiga de España de lo que es ahora, y contraatacó sin demora: "Los catalanes forman parte de España y todos juntos somos los mejores". Ahí queda eso.

Parecerá una anécdota sin importancia, pero que cientos de personas esperen en el centro de Barcelona bajo un sol de justicia a que Belén les estampe un garabato, igual que lo harían en Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila, viene a desmontar cualquier hecho diferencial. El pueblo no conoce fronteras y se postra ante una verdadera princesa.

Está visto que Rajoy reserva para el final sus mejores bazas. Si a la Esteban la hubieran sacado el 11 de septiembre para competir con la cadena humana de la Asamblea Nacional Catalana, la cosa hubiera estado más igualada porque la mayoría silenciosa sabe cuándo debe movilizarse. Haría bien Mas en rendirse, ahora que está a tiempo. Tiene enfrente a una mujer de bandera. De bandera rojigualda, se entiende.

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