Tierra de nadie

El ajedrez catalán y el mate simultáneo

Los apasionados de la crisis catalana no deberían perderse un pequeño cuento de Woody Allen titulado Para acabar con el ajedrez en el que dos jugadores, Gossage y Vardebedian, juegan una tronchante partida por correspondencia. El supuesto extravío de una carta del primero desencadena un vehemente cruce de notas en la que varias piezas resucitan tras haber sido presuntamente liquidadas. El relato concluye con dos misivas encabezadas de la siguiente forma:

-Gossage: Alfil cinco reina. Jaque mate... (firmado Vardebedian)

-Vardebedian: Torre ocho caballo. Jaque mate... (firmado Gossage).

Lejos de acabar con su relación epistolar, el mate simultáneo da pie a los jugadores a retarse al scrabble, el juego de construir palabras, haciendo bueno aquello de que cuanto más dura una disputa más lejos se está del final.

En la partida catalana que libran Mas y Rajoy se han venido intuyendo sistemáticamente los movimientos de cada uno, desde el enroque largo de Moncloa hasta el jaque de la convocatoria del 9-N, pasando por el recurso al Constitucional con el que Rajoy cubre la posición y obliga a Mas a optar entre defender el flanco de la legalidad española o lanzar un ataque a la bayoneta ayudado de sus peones y mandarlo todo a paseo.

Técnicamente, la situación de Mas es complicada. No puede renunciar a la consulta sin sacrificarse a sí mismo como pieza ni tampoco saltarse las reglas y empezar a mover en diagonal sus torres, so pena de desacreditar internacionalmente una movilización pacífica y democrática, posiblemente mayoritaria, que hasta la fecha se ha desarrollado por cauces completamente legales.

Sus opciones se reducen a apurar los tiempos, proponer algún gambito y, en último extremo, dar un manotazo al tablero y convocar unas elecciones para que los catalanes voten como se les ha prometido y en el que los partidos proconsulta propongan en el frontispicio de sus programas la autodeterminación de manera inequívoca. A Mas le gustaría encabezar una candidatura conjunta, un deseo imposible de supervivencia porque ERC –no tengan dudas- se presentará con sus siglas para ganar los comicios y pilotar un proceso que parece encaminarse hacia una declaración unilateral de independencia. Los republicanos han hecho de peones y están a una casilla de coronar y ser los reyes del mambo, aunque suene a contradicción in terminis.

Será el final de CiU porque la primera declaración de independencia que experimentará será la de Unió. Y habrá que ver que le depara el futuro al tradicional primer partido del arco catalán cuando quede relegado a un papel testimonial por la hegemonía de ERC y la irrupción de nuevas fuerzas en el Parlament.

Rajoy, que ha venido jugando con negras, está convencido de que su defensa siciliana ha sido utílisima, sobre todo porque su arúspice Arriola le tiene dicho que cuanto más inflexible se muestre con las aspiraciones de Cataluña más votos cosechará en el resto del Estado.

El del PP viene confundiendo el ajedrez con el mus, y de ahí que en los últimos años haya preferido pasar a mover ficha. Descuenta el fallo favorable del Tribunal Constitucional, y ya se ve victorioso en una contienda que no puede tener ganadores, ya que pasar el rodillo de la ley sobre la aspiración legítima de un pueblo a expresarse libremente tarde o temprano conduce al desastre. El mate simultáneo es posible. Que Leontxo García vaya tomando nota.

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