Tierra de nadie

Pablo Iglesias se desnuda

Más que una entrevista, la conversación con Pablo Iglesias que publica este diario es una clase magistral sobre la manera de entender el mundo y la política de este profesor al que algunos han tachado de idealista por pura ignorancia. Colgando con mimo su ropa de Alcampo en la percha, Iglesias hace un deshabillé integral de su estrategia, un clarificador desnudo de sus intenciones que complacerá por igual a admiradores y detractores, especialmente a estos últimos, ya que por fin saben a lo que realmente se enfrentan.

Iglesias, o eso parece, es un pragmático inquietante. Ha llegado a la conclusión de que, en su caída, el muro de Berlín se ha llevado por delante la diferenciación entre izquierdas y derechas y él, que se define marxista, se ha dado cuenta de que desde la izquierda no se va a ninguna parte porque la mayoría social no se ha criado en esos valores y, todo lo más, comparte unos principios comunes sobre lo justo y lo injusto.

Es a esa mayoría social, a ese pueblo español "que no tiene problema con la bandera rojigualda, que le gusta la selección de fútbol, que no se emociona con la bandera republicana y la guerra civil" al que hay que "respetar" porque esa es la única manera de ganar. Y sólo ganando se cambia el mundo. Para los que creían que había que convencer para vencer, Iglesias tiene su propia receta: hay que vencer y luego ya se verá.

Esta inversión tiene sus riesgos, como el de experimentar una cierta admiración por Berlusconi, un "tipejo, sí", pero tan listo como para darse cuenta de que su país había cambiado y que de la tradición de valores vinculada al comunismo quedaba "muy poquito". En resumen, "como perdimos y la cultura con la que nos identificamos algunos es impotente para movilizar un cambio político", hay que aparcarla "para dar la batalla en un terreno en el que gana Berlusconi". Así de simple o si se prefiere, así es la vida.

Eso, según Iglesias, no significa que él y los suyos no sean de izquierdas sino que no hay que ir diciéndolo por ahí todo el rato. Para los que tengan dudas de si los impulsores de Podemos son de izquierdas, de derechas o mediopensionistas ya está Internet para consultar sus currículos. ¿Que se les critica por hacer "apelaciones a la Guardia Civil, a las Fuerzas Armadas o por decir que eres patriota"? Pues que sepan que todo eso es necesario para ganar y para cambiar la vida de la gente. A mejor, claro.

Esta visión, lógicamente, es incompatible con esa izquierda tradicional que tanto ha disfrutado rodeada de hoces y martillos y que, no es que se haya resignado a ser minoría, es que ha vivido feliz siéndolo para, en el mejor de los casos, servir de báculo a los gobiernos del PSOE. Con esa izquierda, o sea, con IU, no se puede ir a la vuelta de la esquina, sobre todo si se tiene en cuenta que el éxito de Podemos es resultado de su fracaso y de sus torpezas.

De ahí que Iglesias esté en contra del "¡unámonos!" y de una coalición de siglas que se pareciera a un frente de izquierdas con la que "el régimen estaría encantado". Ni siquiera es partidario de la integración de otros partidos en Podemos, no vaya a convertirse esta incipiente fuerza en un "parque temático" en el que "los que han fracasado políticamente siempre encuentren una oportunidad de volver a proponer las mismas recetas que nos han llevado al fracaso".

El desnudo profesor no lo dice así de claro pero de sus palabras se deduce que lo mejor que podrían hacer fuerzas como IU es disolverse y sus integrantes llamar ordenadamente a la puerta de sus Círculos, donde se decidirá si se les deja pasar para que abracen la fe verdadera. "Podemos no es un lugar para invitar a las gentes de izquierdas a que vengan ahora que hay una marca ganadora", dice Iglesias, aunque a algunos ya se les ha expedido el pasaporte correspondiente para que entren al país de las maravillas y disfruten de sus jardines. Algunos son jóvenes y dan bien en la tele y otro posiblemente sea Anguita.

¿Las municipales? Complejísimas y "difíciles de abordar de modo general". De ahí que en ciudades como Barcelona sea factible una integración en Guanyem y en Madrid posiblemente haya que presentar candidato. El objetivo es desafiar al régimen y acabar con la casta y en función de ese objetivo se diseñarán las estrategias. Podemos irá "partido a partido", ya que es indudable que si algo conecta con la mayoría social es el cholismo.

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