Tierra de nadie

De Guindos y el miedo

Pictóricamente hablando, el ministro de Economía Luis de Guindos es un artista de suaves y delicadas pinceladas. Frente al trazo grueso de Montoro, que algo pinta, el de Lehman Brothers acaricia el lienzo de la realidad y acompaña el bosquejo con una voz meliflua y profundamente nasal que le hace parecer siempre constipado o muy pijo. O sea.

El ministro empezó el año con una entrevista en la Ser en la que esbozó la razón fundamental de nuestra venturosa recuperación, gracias a la cual mantenemos una tasa de paro del 24% frente al 7% de media en el conjunto de países de la OCDE. En opinión de este mago de la macroeconomía, ello ha sido posible porque los españoles ya no temen perder el puesto de trabajo, que era lo que antes les retraía a la hora de quemar la visa y arrasar en las rebajas de Zara.

Sostiene De Guindos que un español sin miedo en unos grandes almacenes es un killer del consumo, una máquina de comprar perfectamente engrasada que levanta la moral y cualquier economía. Se empieza por unas zapatillas de estar por casa, se pasa al 4x4 y de ahí al apartamento en Torrevieja. El efecto es multiplicador e inmediato: más inversión, más empleos y más compras a troche y moche. Nos hallaríamos en consecuencia a las puertas de un círculo virtuoso, que es como al vicioso pero en dirección contraria.

Nuestro visir económico es un ejemplo en eso de no sentir escalofríos, quizás porque las chaquetas de tweed son muy calentitas. Cualquiera en su situación como presidente para España y Portugal de Lehman Brothers se hubiese echado a temblar cuando la quiebra de su empresa desencadenó la mayor crisis financiera de la historia. O sentiría temor de encontrarse por la calle con alguno de los miles de afectados de la colocación de las cuotas participativas de la CAM que el ahora ministro dirigió desde Lehman.

Pero a De Guindos no le atenazó el pánico y siguió comprando en Alcampo. Y ello, seguramente, hizo posible que se convirtiera rápidamente en jefe de la división financiera de PricewaterhouseCoopers y en consejero del Banco Mare Nostrum, antes de llegar al Gobierno, ponerse al servicio del país y declarar oficialmente libre de miedo al territorio nacional.

El caso es que hay algo de verdad en que los españoles ya han empezado a curarse del espanto de estos años. Sigue habiendo miedo a quedarse en el paro o a cambiar un empleo digno por uno de los contratos basura que patrocina De Guindos. Hay miedo a tener que emigrar, a no poder pagar la hipoteca o las tasas universitarias de los hijos. Se siente pavor a la pobreza y a acabar en un comedor social o debajo de un puente. Pero por primera vez en mucho tiempo se ha agotado la resignación, que es la forma de miedo más primigenia. Cosas del hartazgo.

Hoy en día se teme más al presente que al futuro. Lo que da más miedo es el PP. De Guindos, que es pintor de cámara y no se entera de lo que pasa en los bares, ha emborronado un lienzo pensando en las próximas elecciones. Y para que sea fiel a la realidad hay que decirle que sobran algunas figuras, empezando por la de su propio autorretrato.

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