Tierra de nadie

La Orden Mercedaria del PSOE

La política no es terreno propicio para las obras de caridad, aunque en el PSOE se han vuelto muy mercedarios, una orden que desde su fundación allá por el siglo XIII e inspirada en el mal rollo que le dio a su fundador, Pedro de Nolasco, el trato de los musulmanes a los presos cristianos –a las cárceles cristianas debía de pasarle lo que a los CIE de ahora, que no eran visitables- , se consagró a la redención, lo que equivalía al compromiso de dar la vida por la libertad de los cautivos e intercambiarse por ellos como rehenes.

Sujetos a esa regla sagrada, los hermanos socialistas parecen dispuestos al suicidio con tal de evitar que Chaves y Griñán conozcan los rigores del presidio, que es lo que ambos temen si el partido les pidiera el acta de parlamentarios por su reciente citación como imputados por el Tribunal Supremo.

Como se verá, se trata de pura misericordia. Aparentemente, no debería haber ningún problema en que quienes han sido no sólo presidentes de Andalucía sino del PSOE hicieran el sacrificio de renunciar a sus actas y pedir la suspensión temporal de su militancia en tanto en cuanto el Supremo decide si les atribuye la comisión de algún delito por el caso de los ERE.

Citados en abril y a unos meses de que acabe la legislatura, si tras su declaración judicial el instructor no viera en su conducta nada reprochable el partido podría tratarles como héroes, darles un homenaje con cena campera incluida, devolverles el carnet y colocarles en puesto de salida en las listas de las elecciones generales. Y aquí paz y después gloria, que diría el tal Nolasco.

Pero las cosas no son tan fáciles. Si Griñán y Chaves dejaran de ser diputados y, en consecuencia, perdieran su condición de aforados, el Supremo ya no sería competente para decidir sobre ellos y pasarían a la órbita de la juez Alaya, que bien podría ponerles a la sombra una temporada tras tomarles declaración o, al menos, eso es lo que se barruntan. Es muy fácil ser valiente desde lejos, pero éste no es el caso.

Y aquí es donde intervienen los mercedarios socialistas, especialmente Pedro Sánchez y Susana Díaz, hermanados, quién lo iba a decir, en la noble causa de evitarles este mal trago, y rehenes de ambos dirigentes, aun a costa de tener que tragarse con patatas sus promesas de expulsar del PSOE a quienes resultaran imputados por la Justicia.

Tal muestra de piedad y de entrega personal merecería que el Vaticano iniciara sus trámites de canonización, ya sea como beatos o, incluso, como miembros de pleno derecho del santoral. Pero lo que San Pedro y Santa Susana no pueden pretender es que aquí en la tierra su sacrificio sea valorado. La caridad empieza por uno mismo.

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