Tierra de nadie

Los empresarios dibujan la Arcadia a mano alzada

Las grandes empresas del país, agrupadas en el llamado Consejo Empresarial para la Competitividad, han elaborado un informe llamado España 2018 en el que predicen, de ponerse en práctica sus consejos, una Arcadia feliz donde manará leche y miel de las fuentes públicas, reinará el conocimiento, y el desempleo estará en vías de extinción, aunque siempre quedará la alternativa de conservar en formol a algún parado y exhibirlo en un museo como al negro de Banyoles para que las nuevas generaciones contemplen el terrible rostro de esta lacra social.

Como se habrá inferido, los empresarios son cada día mas optimistas y confiados, hasta el punto de que en apenas tres meses han mejorado sus previsiones espectacularmente en lo que a la tasa de paro se refiere. El informe, fechado en noviembre y escrito en condicional, pronosticaba de hecho un desempleo del 21,2% en 2018, que se reduciría al 14,2% si se aplicaran sus reformas y por debajo del 11% si se consiguiera estabilizar el nivel de fraude laboral en el promedio de los países europeos. En definitiva, si un pobre compra un décimo de lotería de Navidad será más pobre pero si el décimo le toca saldrá en la tele prometiendo tapar los agujeros del queso gruyère que es su vida.

No habíamos dejado de frotarnos las manos cuando César Alierta, el presidente de Telefónica y del citado Consejo, ha llegado con las rebajas. Lo del 11% ya es historia. Su nueva previsión es que en 2018 el desempleo no llegará ni al 8%, así que habrá darse prisa para elegir al parado que pondremos en la vitrina. Y ello será posible si –otra vez el condicional- si las empresas son más grandes y exportan más, si se acelera la inversión y el desarrollo de los sectores claves, si mejora la educación, si hay saneamiento económico, si se cumplen los objetivos fiscales, si se flexibiliza el mercado laboral y el sistema de pensiones y si hay financiación fluida. Si ocurre todo eso y si, además, la Virgen del Rocío regresa de sus vacaciones, esto será Jauja, que es como la Arcadia pero en versión peruana.

De lo que todavía no tenemos pistas es de la calidad de estos empleos que van a llover del cielo en los próximos tres años o si los casi 13 millones de personas que ahora se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, aun teniendo trabajo, van a poder darse un homenaje de vez en cuando en los bares de su zona. Tampoco está claro si para reducir más de 15 puntos el desempleo será necesario que emigren dos millones a Alemania, que allí están que lo tiran. Es de esperar un nuevo informe, con renovados brindis al sol, en el que estas dudas queden aclaradas.

Coincide este ánimo de castañuelas de nuestros popes empresariales con un año electoral en el que el partido que más coincide con sus postulados está de capa caída por esa regla de la hípica que dice que si los de siempre siguen montados en el dólar y el Gobierno galopa a lomos del caballo de Atila pisando las cabezas del resto será inevitable que la gente le coja manía a los equinos.

Esto no significa que la flor y nata de nuestros emprendedores, dignos de elogio por haber sorteado la crisis sin que sus millonarios sueldos se resintieran, estén tratando de auxiliar a un amigo en peligro. El optimismo llega inesperadamente al corazón y a los defensores de la doctrina de que lo negro es blanco sólo les queda entregarse, como explicaba Ambrose Bierce, a esa fe ciega, hereditaria en las familias más ricas, y que, por suerte, no es contagiosa.

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