Tierra de nadie

Monago es un cachondo mental

Para justificar su vídeo electoral de animación en el que se mofa de los andaluces, José Antonio Monago ha apelado al humor del que dice que la política española carece. No es su caso. Si el requisito básico para el humor es despojarse por completo de sentido del ridículo, es posible afirmar sin exageraciones que el presidente extremeño es un cachondo de tomo y lomo, un puro chiste de los pies a la cabeza.

De hecho, la campaña de autobombo con la que Monago se ha lanzado a la reelección es una broma descomunal. Se trata, según se dice, de una "campaña sin marketing", una definición de risa porque el hombre del maillot pistacho, que es la indumentaria con la que hace footing en su primer mensaje promocional, se ha gastado una fortuna para mostrarse en los cines, en las paradas de autobús, en las vallas y en las radios. Como no hay marketing ninguno ha editado 5.000 cd’s con sus presuntos logros y ha acuñado eslóganes de lo más originales, tal que "nada volverá a ser como antes", "nadie dijo que fuera a ser fácil" y sobre todo éste, "la tierra para el que la trabaja", que ha sido cedido gustosamente por Emiliano Zapata a mayor gloria del exbombero.

Lo de Monago es de coña. Sólo a un imitador de los hermanos Calatrava se le ocurriría burlarse del desempleo de Andalucía siendo el responsable político de una comunidad que tiene en paro al 30% de su población activa y cuya ocupación, el 55,5%, es cuatro puntos más baja que la andaluza. La esplendorosa realidad extremeña es ésta: su PIB per cápita es de 15.026 euros y el de Andalucía 16.666 euros; su tasa de riesgo de pobreza es del 30,9, casi dos puntos más alta que la andaluza; y el ingreso medio por persona, 8.224 euros, también es inferior al que se registra en ese sur que tan divertido le resulta al cómico de Quintana de la Serena.

La última encuesta de condiciones de vida del INE, cuyos datos han podido variar pero a peor, estimaba que un 20,8% de los hogares extremeños llegaba con dificultad a final de mes y que el 53,4% no podía permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año, lo que les diferenciaba de su presidente ya que buena parte de sus viajes a Tenerife para ir a ver a su novia le salían gratis total.

Decía Jardiel Poncela que intentar definir el humorismo era como pretender atravesar una mariposa usando como alfiler un poste de teléfono. Lo habría tenido más fácil de haber existido en su tiempo las ‘monagadas’, que es como los extremeños se refieren a las extravagancias paridas por su presidente o por su asesor áulico, un tal Iván Redondo al que se ha bautizado como el consejero de ocurrencias.

Una 'monagada' es ofrecer un cheque de 500 euros por hijo cuando se cierran escuelas infantiles y guarderías; o conceder 1.000 euros para que retomen la ESO a quienes abandonaron las clases, haciendo que quienes siguieron sus estudios se sientan bastante imbéciles, sobre todo los que luego vayan a la Universidad y vean como sus tasas se han triplicado; o subvencionar que Woody Allen toque el clarinete en Badajoz para que quede constancia de que el gran líder de la dehesa es "una persona, valiente, moderna y que apoya la cultura".

Monago tiene una gracia que no se puede aguantar. Lo suyo no es humor inglés, aunque serviría perfectamente de inspiración a los Monthy Python para una segunda parte de su tronchante The funniest joke in the world (El chiste más gracioso del mundo). Lo suyo más bien es una sabia combinación de humor negro, amarillo y rosa, éste último de cuando viajaba a Canarias y luego lo explicaba. Con este tío es que te partes.

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