Tierra de nadie

En Podemos también cuecen habas

Las habas son legumbres que cuecen en todas partes y en Podemos también hay una perola al fuego, que no sólo el PSOE y el PP le iban a dar a la cuchara. Más allá de Andalucía, donde el enfrentamiento entre Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez está institucionalizado y emerge como el Guadiana, el partido vive intensas crisis territoriales que están condicionando su estrategia, que ahora mismo pasa más por alcanzar un pacto de Gobierno con el PSOE que por forzar la repetición de las elecciones generales. El puchero es de digestión lenta y pesada.

El principal problema de Podemos está en Cataluña, especialmente después de que Ada Colau anunciara ayer la formación de una fuerza política estable y reclamara para sí todo el espacio de la izquierda y capitalizar el triunfo de En Comú Podem en las pasadas generales. La jugada ha descolocado a Iglesias, en un momento en el que su organización catalana está descabezada tras el fiasco en las autonómicas de Catalunya si que es Pot y la dimisión de su secretaria general Gemma Ubasart. Podemos tendrá que decidir si se mantiene con vida o si se subsume en la nueva formación y, por tanto, desaparece.

No menores son sus problemas en Galicia, donde podría correr una suerte parecida. Segunda fuerza junto a sus socios de En Marea, el secretario general gallego de Podemos lleva varias semanas sometiendo a una purga a su Consello de Coordinación, en el que ha destituido a seis de sus nueve miembros, además de mostrar su intención de concurrir en solitario a las elecciones autonómicas de este año. El rosario de la aurora se perfila como destino.

En Valencia, con la salida de cuatro diputados de Compromís hacia el Grupo Mixto, se han roto también las posibilidades de reeditar una entente como la del 20-D. Ha saltado por los aires la coalición y los efectos de la dinamita han afectado seriamente a la relación entre Iglesias y Mónica Oltra.

En Euskadi, donde el triunfo electoral de las generales acalló el descabezamiento de la organización tras la dimisión de Roberto Uriarte y otros 19 miembros de la dirección por las injerencias de Madrid en la confección de las listas, se ha iniciado un proceso de primarias en las que concurren cuatro candidaturas y no se descarta que exista una quinta en liza para elegir al secretario general, al Consejo Ciudadano y al Comité de Garantías. De momento, el poder está en manos de un comité técnico designado por Iglesias.

A otro nivel, en Cantabria la fractura es completa. Días atrás el Consejo Ciudadano de Podemos debatía una moción de confianza de su secretario general y presidente del grupo parlamentario, José Ramón Blanco, para forzar su cese. Blanco, al que se acusa de nepotismo y de ciertas actitudes "intolerables", se ha llamado andana. La crisis tiene muy preocupado al presidente cántabro Miguel Ángel Revilla, que lo es por la abstención de Podemos y a quien debe haber sacado adelante los presupuestos regionales.

¿Quieren más? En Huesca ha dimitido el Consejo Ciudadano en pleno tras denunciar que las listas electorales en la provincia las hacía a su antojo Pablo Echenique, al que pretendían llevar ante el Comité de Garantías. En Málaga, la dimisión del secretario general José Antonio Vargas y la de otros cinco miembros del Consejo Ciudadano entre acusaciones de derechización del partido y de autoritarismo ha dejado a la provincia sin ejecutiva y en manos de una gestora.

En ese estado de cosas parece imponerse la teoría del pájaro en mano, por eso de que las elecciones las carga el diablo y lo que hoy son 69 diputados –incluyendo en el cómputo a los cuatro electos de Compromís- podrían mermar en un nuevo paso por las urnas. El puchero sigue en el fuego. Chup, chup.

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