Tierra de nadie

El juego de la silla

El pacto que intenta el PSOE para hacer presidente a Pedro Sánchez se antoja de ciencia ficción pero también lo era ir a la Luna y ahora ya se habla de montar una base permanente y hasta un Carrefour. Lo imposible es un estado cambiante y reversible. Está sólo a un paso de lo improbable y a dos de lo viable. Pasar de uno a otro es cuestión de echarse a andar.

Y aunque en apariencia todo el mundo sigue en la casilla de salida, lo cierto es que se ha caminado bastante a la luz de las velas de esa Semana Santa tan proclive a la penumbra. En esos días de recogimiento se iniciaron los contactos entre los socialistas y Podemos, por unos cauces tan insólitos como discretos. Todo se coció en Madrid. Dos personas de la estricta confianza de Pedro Sánchez, su jefe de gabinete, Juan Manuel Serrano y una dirigente de Madrid, trasladaron a Ramón Espinar, diputado en la Cámara regional, el deseo de los socialistas de retomar el diálogo. Fue Espinar el que elevó el mensaje a Iñigo Errejón e Irene Montero y desde entonces los contactos se han sucedido hasta hoy. Como broche, la reunión entre Sánchez e Iglesias en el Congreso oficializaba el acercamiento.

Ciudadanos también se ha movido, aunque lateralmente y, más recientemente, con pasos atrás. Los de Rivera llevan tiempo con la mosca detrás de la oreja y han empezado a dudar de la fidelidad de los socialistas a ese Pacto del Abrazo que, sin otros apoyos, no lleva a ninguna parte. Los chicos de naranja creían que tenían a Sánchez en un puño y que, bastaría con su presión y con el encorsetamiento de cabaret al que le somete su propio partido, para que, llegado el caso, se aviniera a explorar la vía del PP. Ya no las tienen todas consigo.

Para que eso fuera posible, los populares no han tenido recato alguno en usar burdamente los resortes del Estado para desencadenar una guerra sucia contra Podemos, que es como hay que leer la filtración de informaciones sobre su supuesta financiación venezolana. El objetivo en primera instancia era abortar la posibilidad de un acuerdo a tres y, subsidiariamente, dar argumentos a Ciudadanos para dar el portazo.

Sobre este escenario sobrevuelan unas encuestas a las que todo el mundo dice no hacer caso pero que vendrían a confirmar que la repetición de elecciones perjudicaría notablemente a Podemos y al PSOE, encumbraría a Ciudadanos y no sólo dejaría con vida a Rajoy sino que le permitiría formar gobierno con Rivera en su extremo más favorable.

La debilidad de Sánchez es notoria. A las zancadillas de los barones, que como es habitual están al sol que más calienta y siguen apostando porque la reina del sur cruzará finalmente Despeñaperros para instalar sus reales en Ferraz, se unieron las reticencias de algunos miembros de su propio equipo a negociar con Podemos, cuando no abiertas deslealtades. De calmar esas aguas se ha encargado su ya citado jefe de gabinete, que sin mantener presencia pública alguna se está demostrando clave para que Sánchez no sea apodado ‘el breve’.

La estrategia del líder del PSOE se ha centrado en desactivar primero al comité federal del partido con una primera consulta a la militancia del pacto con C’s, que repetirá de alcanzarse un nuevo acuerdo con otros actores. Y en segundo lugar, en convencer a los de Rivera que está menos preso de lo que parece y que, puesto en el brete, sería capaz de llegar al Gobierno con Podemos de socio y con la abstención de las fuerzas independentistas de las que en principio renegaba. En esa clave habría que interpretar su reunión secreta o discreta con Oriol Junqueras, que oportunamente se ha conocido esta semana.

Con este panorama se inician las conversaciones a tres de PSOE, Podemos y C’s, que por parte de los socialistas se han planteado como un juego de la silla muy particular. El que se levante pierde. Esta tarde la música empieza a sonar.

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