Tierra de nadie

Sobre la defensa de Monedero a Iglesias y otras cosas menores

Juan Carlos Monedero ha hecho en este diario la mayor enmienda a la totalidad a la estrategia de Podemos y el primer ejercicio de autocrítica pública desde que las urnas certificaron aquello de que, en ocasiones, las sumas no multiplican sino restan y, de paso, dividen. A diferencia de la dirección, que sigue sin explicarse el resultado con lo bien que les iba en Twitter, el verso suelto de los morados tiene claro el diagnóstico: falló Podemos pero sobre todo erró una parte del país, que sigue siendo "rehén del pasado". Sólo cuando sus hijos y nietos sufran los ajustes y se percate, esa parte del país que vive en el miedo y el egoísmo será capaz de ver que hay alternativa. En resumen, que hay esperanza para esa pobre gente.

Dice Monedero que en Podemos son tan infantiles que se han dejado engañar por las encuestas favorables, aunque habrá quien piense que esos mismos sondeos, tanto por la coincidencia de sus conclusiones como por su condición irremediable de profecía autocumplida, han podido tener efectos devastadores en otras fuerzas a las que se ninguneaba. Y que esa trampa, la de asumir unas enormes expectativas, ha agigantado la idea de fracaso pese a que la cosecha de 71 diputados es un resultado espectacular para un partido que sólo ha concurrido a unas elecciones generales y a su repetición.  El "salimos a ganar" de Iglesias el mismo día de las elecciones ha de ser interpretado en consecuencia como puro infantilismo.

En la medida en que el resultado es objetivamente "espectacular", que sólo es malo en comparación con las encuestas y que la táctica de la confluencia, apoyada por toda la cúpula del partido, Iñigo Errejón incluido, y por el 98% de las bases, no sólo es acertada sino que sin ella las cosas habrían ido mucho peor, no se puede culpar de nada a Pablo Iglesias. El fiasco, que como se ha visto no es tal, sería en todo caso de la Ejecutiva al completo y de los responsables de la campaña. Iglesias, en consecuencia, no tiene que dimitir y, por ende, tampoco Iñigo Errejón (aunque sólo sea por pura coherencia), ya que sin fracaso no hay necesidad de expiación alguna, que es lo que ansían quienes quieren que Podemos "sea la muleta del PSOE".

Llegamos a la tesis central del artículo: hay que preservar a Iglesias porque, además de ser "uno de los políticos con mayor fuerza y preparación de la historia reciente de España", debe tener las mismas oportunidades de las que gozaron González, Aznar o Rajoy, que tampoco llegaron y besaron sin más el santo de la Moncloa. Bastará con que el PSOE enseñe ahora su patita neoliberal para que lo que no ha sido posible a la primera lo sea a la siguiente. Y ahora a madurar.

Más allá de que la culpa es del país, de los miedos al Brexit y al ejercicio consciente de la ciudadanía y de algunos errores estratégicos que luego se comentarán se echa en falta un explicación más profunda de cómo es posible que haya fallado tan estrepitosamente la aritmética, y como en sólo seis meses lo que fueron 6.139.494 votos (sumados los de IU) se redujeran a 5.049.743. ¿No estábamos en diciembre y en junio en el mismo país "socializado en el franquismo"? ¿No se agitó el miedo a Podemos como un espantajo entonces y ahora? ¿Tanto ha podido influir la salida de Reino Unido de la UE a cuatro días de las elecciones cuando a la inmensa mayoría de los votantes de Podemos e IU se les supone una visión crítica de la actual construcción europea?

Habría que considerar por tanto otros factores y que forzosamente han debido acontecer en este breve lapso de tiempo. ¿Y qué ha pasado en ese tiempo? Pues la constatación de un elevado desprecio de Podemos al PSOE, justificado o no y claramente recíproco, que hizo imposible cualquier entendimiento para formar gobierno. Este desencuentro tuvo sus víctimas porque a quienes carecen de unos ingresos mínimos o malviven con salarios de miseria no les resulta fácil esperar medio año por mucho sorpasso que se les prometa. Y esas víctimas votan o no, según les parezca.

Algo que Monedero no menciona y que también ha tenido lugar en este tiempo es la irrupción de Venezuela en la campaña, a la que no se ha debido de hacer frente con la diligencia debida más allá de las respuestas repetitivas del manual. No sería muy razonable culpar de ello a los medios, aunque Monedero lo hace a cuenta de un supuesto deseo de "domesticar" al partido, cuando sin algunos de ellos y sin su cobertura Podemos no sería ni de lejos lo que es hoy. ¿Qué los medios se beneficiaron y ganaron audiencia a su costa? Lógicamente. Lo contrario habría sido del género tonto.

Lo que sí apunta el autor como causa de desafección es la supuesta mimetización de Podemos con los demás partidos, tanto en las negociaciones de gobierno, en los debates electorales y en la estricta presencia parlamentaria . "No se trata de ser izquierdistas sino de ser originales", afirma, cuando en realidad si de algo ha ido sobrado Podemos es de esnobismo desde la misma toma de posesión de sus parlamentarios. Quizás el beso entre Iglesias y Doménech debió ser a tornillo.

Finalmente, y aunque Monedero lo rechaza como causa, está esa coalición con IU que ha puesto en solfa los principios matemáticos más elementales. Tiempo habrá para que Echenique, que dice ser partidario del método científico, desentrañe por qué falló la suma, aunque de entrada pueden apuntarse dos razones: la primera tiene que ver con el desconcierto de los votantes de Podemos, al ver que lo que un día era "no quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de IU, y yo trabajé para ellos, que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros. Seguid en vuestra organización. Presentaos a las elecciones, pero dejadnos en paz" se solventara con un botellín entre Iglesias y Garzón.

La segunda, obviamente, está en IU. ¿Era posible pensar que sus simpatizantes, curtidos en mil travesías del desierto y que el 20-D votaron a esas siglas contra viento y marea sabiendo que les esperaban unos resultados terribles y la quiebra económica iban a pasar por alto sin más esa afrenta?

Opina mi admirado politólogo que no está mal que exista el espacio que viene a ocupar IU porque hay gente que se siente reflejada, pero que "choca con la construcción de un discurso que es transversal cuando apuesta por lo nuevo frente a lo viejo y lo de abajo frente a lo de arriba y no cuando regresa al espacio confuso de izquierda y derecha". ¿En qué quedamos entonces?

En lo que, sin duda, lleva razón es que a Podemos le ha faltado calle y más contacto con quienes dice representar, porque no sólo de labia, de tertulias y de catálogos de Ikea se vive. No estaría de más que se preguntara por qué la movilización popular se detuvo de repente y si ello favoreció el propio crecimiento institucional de Podemos. Es complicadísimo poner una vela a Dios y otra al diablo como lo es trasladar a los que protestan que ahora sí están representados y al mismo tiempo seguir combatiendo al sistema.

Evidentemente, si se culpa al país y a los medios, si se trata de justificar toda una estrategia que se ha demostrado equivocada en que fueron consultadas las bases y se confía en que el PSOE volverá a mostrarse de derechas porque le pasa lo mismo que al escorpión del cuento y está en su naturaleza, lo de Unidos Podemos ha sido un éxito inconmensurable. Si no, sería útil establecer responsabilidades, sin que haya necesidad de llenar el cesto de cabezas guillotinadas. Alguna explicación tendrá que dar ese líder sobradamente preparado que es el que ha inspirado el cambio de rumbo. Se llama Pablo Iglesias. Monedero es su amigo y eso le honra.

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