Tierra de nadie

El rescate que no iba a costar un euro es incobrable

El Banco de España ha venido a confirmar este martes lo que ya se sabía, esto es que el rescate a la banca es incobrable y que la recuperación de algunos muebles y de la vajilla de la abuela dependerá de la privatización de Bankia, que a los precios actuales vale algo más de 8.700 millones de euros y de la que el Estado posee un 65%. Dicho de otra forma, la participación pública en Bankia no llega hoy a los 5.700 millones de euros, una cuarta parte de los 22.000 millones que hubo que destinar para su saneamiento a la salida de Don Rodrigo el Tempranillo.

Como viene a ser costumbre de la casa, todo lo que ha rodeado el rescate bancario y su gestión ha estado salpicado de eufemismos, medias verdades y abiertas falsedades, empezando por aquella gloriosa comparecencia de Rajoy, antes de irse al fútbol, en la que afirmó que el rescate no era tal sino una línea de crédito en condiciones muy ventajosas con la que España hacía el favor de su vida a Europa y al euro. Llegaban esos 100.000 millones, de los que se han utilizado 40.000, poco después de que el presidente del Gobierno negara que España fuera a pedir dinero para la banca, que fuera a salvar con dinero público a las instituciones financieras y que hubiese pensado en crear un banco malo. Lo habitual, en definitiva.

Las últimas cifras muestran que el Estado sólo ha recuperado el 5,5% de los 51.303 millones de los contribuyentes que ha sepultado en el saneamiento bancario y que las predicciones periódicas de De Guindos sobre la devolución de lo invertido eran la versión moderna del cuento de la lechera pero en tapa blanda. Que estas cantidades sean casi equiparables a los recortes en sanidad y educación de los últimos años confirman el gigantesco destrozo que la crisis financiera ha tenido en la vida y el bienestar de quienes pagaremos la factura.

El informe del Banco de España muestra el total de lo destinado el sector. Además de los 51.303 millones en capital, el Estado dio apoyo financiero por importe de 168.812 millones, ya fuera en forma de avales (111.000 millones devueltos casi en su totalidad y cerca de 43.500 millones del banco malo que no iba a crearse), casi 10.000 millones en créditos urgentes (más otros 6.500 aportados por el Fondo de Garantía de Depósitos, que son los propios bancos que luego se cobran el importe en comisiones a sus clientes) y otros 9.500 millones de los llamados Esquema de Protección de Activos, una especie de seguro multirriesgo para que las entidades que compraron de saldo y limpias de polvo y paja las cajas en quiebra duerman tranquilas.

Por resumir, y retomando las sabias palabras de nuestro presidente en funciones, el Estado que no iba a destinar un euro de dinero público al sector financiero ha comprometido en los últimos años más de 220.000 millones de euros en su restructuración. De lo apoquinado sólo se han recuperado 2.686 millones y si la cifra llegará a los 10.000 millones sería un éxito inconmensurable. Entre tanto, seguimos devolviendo esa ventajosa línea de crédito a la UE. Nos faltan por pagar más de 30.000. Esto ha sido el negocio del siglo.

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