Tierra de nadie

La retoucherie de Susana

Cuando pensábamos que a esta mujer le iba más la carnicería o el desguace de barcos, la presidenta andaluza, Susana Díaz, se ofrecía este jueves a coser la unidad en el PSOE con unos pespuntes de urgencia. Díaz es muy Penélope y, dependiendo de si es de día o de noche, teje y desteje como una tricotosa. No hay compostura con la que no se atreva la retoucherie de Susana, que primero te abre en canal y luego te hilvana al descuido. Clavando agujas nunca ha tenido rival.

Tras hacerle otro traje a Pedro Sánchez, que a cuenta de esta costurera prodigiosa tiene un fondo de armario envidiable, Díaz se apareció a los descartados para encender un candil y mostrarles el camino. En la religión de la sultana, que parece sacada de la Biblia, ella es el camino, la luz del mundo, la buena pastora, la resurrección y la vida y, por supuesto, la vid verdadera, que no podía faltar estando a los pies de una rociera de pura cepa.

Díaz no es una presidenta cualquiera. Es la madre de Andalucía, su quintaesencia, y esta vocación suya tan peronista le impele a adoptar a España entera, empezando por el PSOE que, según opina, vive desconectado de la realidad y navega como el hijo pródigo sin el liderazgo que a ella le sobra por arrobas. De sus proyectos para el país y para el partido nada se sabe, porque esas cuestiones hay que explicarlas con tiempo, cuando las aguas que ha removido se calmen, triunfe el golpe y la nadería pueda instalarse y tomar posesión del sofá y del mando a distancia. A Díaz le duele Andalucía, el PSOE, España y hasta la UE, y lo extraño es que con tantos dolores está mujer pueda mantenerse en pie.

Esa pasión suya, que suele colocarla permanentemente al borde de la lágrima, tiene mucho predicamento entre la dirigencia socialista y sus dinosaurios de cabecera, a los que tiene tan cautivados que hasta Felipe González se ha prestado a empuñar el cornetín de la revuelta contra Pedro Sánchez en un triste remedo del Grândola, Vila Morena de la Revolución de los Claveles. Decía Zapatero que estábamos ante una "mujer cañón" que, finalmente, se ha puesto a escupir obuses, como no podía ser de otra manera. El expresidente optimista es un devoto de la andaluza, a la que agradeció mucho que le invitara a su toma de posesión cuando el resto del partido le consideraba un apestado. Hay cosas que no se olvidan fácilmente.

Sería injusto decir que Díaz no tiene un plan. El suyo pasa por quedarse a hurtadillas con la tarta –o lo que quede de ella-, mientras otros –una gestora- se la vigila, aunque bien podría ocurrirle lo mismo que le pasó con Pedro Sánchez, al que puso de cuidador del pastel sin saber que era un enamorado del dulce. Los militantes –los que queden después de la tropelía- votarán, sí, pero sin prisas, no vaya a ser que se distraigan con tanto ruido y abjuren de la fe verdadera. Entre tanto, lo mejor es que gobierne el PP, que ya tiene costumbre, mientras ella le da al zurcido y cose el siete.

Todo dependerá de lo que ocurra este sábado en el comité federal, porque si triunfa la opción del congreso exprés, la madre de todos los andaluces, cría cuervos, no querrá arriesgarse a pelear en campo abierto, donde el chanchullo y el encaje de bolillos siempre es más difícil de ejecutar. Mientras, en estas horas previas, el cáncer se ofrece como vacuna, todo un avance de la medicina moderna.

 

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