Tierra de nadie

Al chino Borrell se la han dado con queso

Aunque ya apenas se utiliza, la expresión ‘dar en el busilis’ ha sido siempre sinónimo de acertar, aunque originariamente no debió ser así en absoluto. Según se cuenta, alguien le preguntó a un clérigo qué significaba el latinajo ‘in diebus illis’ (en aquellos días) y el hombre respondió como pudo: "In die significa en el día, pero lo de busilis no lo tengo claro". Que te engañen como a un chino es otra locución cuyo origen está en discusión. Hay quien cree que hace referencia a los estupendos negocios que Marco Polo hizo en sus viajes por la ruta de la seda gracias a la ingenuidad de los que aceptaban sus trueques, y quien sugiere que tiene que ver con los contratos que algunos trabajadores chinos de origen cantonés aceptaron firmar para trabajar casi como esclavos en las plantaciones cubanas de caña de azúcar.

Sea como fuere, lo que sí es evidente es que a José Borrell, de cuya inteligencia se han hecho loas al  punto de hacer engordar su vanidad hasta tallas superiores a la triple XL, le han engañado como a un chino, dicho sea con el debido respeto a estos señores asiáticos que, de memos que son, van a terminar por comprar el mundo entero a golpe de talonario.

Por lo que se ha sabido, Borrell ha denunciado a la Policía haber sido víctima del timo de un chiringuito financiero que le ha levantado 150.000 euros del ala antes de que los supuestos gestores de esta oficina de ‘trading’ pusieran pies en polvorosa, que ya puestos es una frase que posiblemente rememora cómo las tropas de Alfonso III vencieron e hicieron huir precipitadamente a los soldados del emir Muhammad en un paraje de la actual Maganeses de la Polovorosa, más conocida por su salto de la cabra desde el campanario. Felizmente, la cabra dejó hace años el paracaidismo.

Según ha explicado Borrell, conoció ConsorFX buceando por Internet, sin que nadie se la recomendara, y rápidamente le hizo una primera entrega de 50.000 euros de sus ahorros. Tan contento quedó con su gestión que decidió transferir otros 100.000 a la supuesta compañía británica, presuntamente domiciliada en París, y teóricamente dedicada al mercado de divisas, o sea, a la especulación con la compra-venta de monedas.

Nadie está exento de ser víctima de una estafa, aunque se disponga de un cerebro privilegiado y de un doctorado en Ciencias Económicas, pero no deja de resultar llamativo que un socialista que en los últimos tiempos ha enarbolado la bandera de la militancia frente al golpe de los barones y que a estas alturas pasa por ser un icono de la socialdemocracia no encuentre otra forma de inversión que apostar, por ejemplo, a que el euro se depreciaría con la victoria de Trump, que a eso se dedican estas oficinas de ‘trading’.

Se puede ser socialista y ganar dinero, y Borrell, que méritos y capacidad no le faltan, lo ha hecho, y es seguro que podrá sobreponerse del quebranto. De no ser porque tendrá que justificar ante Hacienda la evaporación de 150.000 euros, es muy probable que no hubiese denunciado la estafa porque una cosa es que te roben la cartera y otra muy distinta tener que aparecer ante la opinión pública como un bobalicón.

A Borrell no le engaña Susana Díaz, aunque ha bastado que una página de Internet asegurara operar con el respaldo del Commerzbank y Northwestern Bank y mantener acuerdos de colaboración con Barclays, Merrill Lynch, UBS, Credit Suisse, Goldman Sachs y Morgan Stanley para que se la dieran con queso. En realidad, le han dado con la de Rengo, que es lo que se dice cuando a uno le provocan un agujero del quince, en alusión al guerrero indio que se cita en la Araucana y que tenía una maza demoledora.

Muchos socialistas, que a lo más que llegan es a tener abierta una cuenta naranja en ING o a suscribir un fondo de inversión antes de que reviente la hucha del cerdito, deben de estar perplejos ante la audacia y temeridad del exministro. El tonto de Coria no se hubiera atrevido a tanto.

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