Tierra de nadie

Cada milenio tiene su afán

Como los hombres G -que al principio eran 20, cada uno en un silla, hasta que Zapatero consiguió la suya para no tener que estar de pie- se reúnen cada vez menos, no es posible determinar a estas alturas cuánto nos queda para llegar a ese capitalismo ético que Sarkozy prometía antes de meterse a tour operador de los gitanos rumanos que viven en Francia. Si la refundación ha avanzado según lo previsto, los 1.000 millones de personas que viven con un euro al día pueden ir descorchando el champán, ya que la cumbre de la ONU sobre los objetivos del milenio será un éxito clamoroso. No tienen de qué preocuparse.

De hecho, las principales lacras del mundo tienen ya los días contados. Se calcula, por ejemplo, que a los ritmos actuales, la mortalidad infantil dejará de ser un problema en el África subsahariana en el año 2155, aunque habrá que esperar 130 años más para acabar con su malnutrición, que todo no se puede tener a la vez. Los pobres son gente impaciente que no entiende que todo el mundo tiene sus problemas. ¿Que la crisis del trigo en Rusia hará subir el precio de las semillas y morirán de hambre millones de personas? Pues sí, es verdad, pero ¿no es cierto también que a los sufridos ganaderos de Occidente les costará más caro el pienso? En esto no habían pensado porque ni comen ni estudian.

En su egocentrismo, el Tercer Mundo desdeña el trato especial que se le dispensa. Véase si no cómo se ha permitido a los países ricos intervenir masivamente en auxilio de sus bancos y de su economía, mientras que el FMI exigía todo lo contrario a naciones en desarrollo para concederles ayudas, es decir, liberalización de sus mercados y créditos caros. Y esto lo hacía por su bien, que con el déficit no se juega: es mejor morirse hoy de hambre que endeudar a próximas generaciones de hambrientos.

Occidente tiene un plan para acabar con la miseria del resto del mundo. ¿Una tasa para las transacciones financieras? No sabrían qué hacer con tanto dinero. ¿Cumplir con el 0,7% de ayuda al desarrollo? Basta con prometerlo en elecciones. ¿Terminar con el proteccionismo agrario? Bueno, no hay por qué ir tan deprisa. ¿Condonar la deudas? Sólo si ya han devuelto el principal cuatro veces. ¿Qué cuál es entonces el plan? Primero, tener claros los objetivos del milenio; después ya se verá.

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