Tierra de nadie

IU debe respeto a sus votantes

En las noches de verano, reclinados en las tumbonas del Carrefour y escudriñando el crecimiento de las arizónicas que delimitan los jardines de 30 metros de sus adosados de la periferia, muchos trabajadores perdieron la conciencia de clase y se desmovilizaron. Les confundió el olor a sardinas de las barbacoas y esas estrechas escaleras de las viviendas en altura, en las que creyeron ver el símbolo de su ascenso en la escala social. De tal intensidad fue este fenómeno, que los obreros de toda la vida empezaron a reclamarse clase media, empujando al peldaño superior a sus anteriores inquilinos. Nada había cambiado salvo los nombres. En esas llegó la crisis, que se ensañó con los de siempre aunque se llamaran de otra manera. No hay nada que proletarice más como las colas del INEM.

Es a ese público al que debe dirigirse IU si quiere conseguir que su pretendida refundación vaya más allá del onanismo con el que suele deleitarse. Existe realmente la oportunidad de construir una alternativa que aporte una visión distinta de la economía y de la política, sobre todo ahora que la música que se escucha a izquierda y derecha sólo ofrece monótonas variaciones sobre un mismo tema. Urge una fuerza progresista que encante y no se limite a ser el refugio de los desencantados.

Afirmaba Cayo Lara este fin de semana que sus propuestas no son ultrarrevolucionarias sino socialdemócratas, lo cual ya es una revolución. Hemos llegado a un punto en el que es subversivo exigir que las rentas del trabajo y las del capital tengan el mismo tratamiento fiscal, que se recupere el Impuesto del Patrimonio, o que se eleve el de Sociedades a las grandes empresas. Se rieron de él cuando sugirió cambiar el color a los billetes de 500 euros, siendo ésta una formula eficaz de aflorar el dinero negro, y, por eso, ha ido más allá y pide suprimirlos, que es un tinte mucho más radical.

Lo primero que cabe exigir a IU es que se respete a sí misma y a sus votantes. Los mismos que le niegan su verdadera representatividad son los que querrán el apoyo de sus diputados autonómicos y concejales en Madrid o en Sevilla. Si el PSOE quiere pactos locales, que se comprometa antes a cambiar la ley electoral. Ese es el único trato posible. Lo entendería incluso esa clase media del adosado que busca quien la represente.

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