Tierra de nadie

Sin novedad en ETA

Que ETA declare un alto el fuego es siempre una buena noticia, ya sea éste indefinido y total o permanente, general y verificable como el anunciado ayer a Gara y a varios medios internacionales. Hay que reconocer a la organización terrorista sus esfuerzos por adjetivar cada vez de manera distinta sus intermedios armados, ya que es lo único que permite distinguir sus comunicados y confirmar que estamos en 2011 y no en 2006, cuando el alto el fuego era permanente pero no general ni verificable.

Si hace cinco años el objetivo era "impulsar un proceso democrático en Euskal Herria", la declaración de ayer supedita la solución del conflicto a ese mismo "proceso democrático"; si, tal y como se recogía en 2006, al final de ese proceso los ciudadanos vascos "deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro", un lustro después "la ciudadanía vasca debe tener la palabra y la decisión sobre su futuro, sin ningún tipo de injerencia ni limitación"; y si entonces ETA hacía un llamamiento a las autoridades de España y Francia para que dejaran "a un lado la represión", ahora los terroristas hacen "un llamamiento a las autoridades de España y Francia para que abandonen para siempre las medidas represivas y la negación de Euskal Herria". Se entiende, por tanto, ese tiempo tan prolongado que ETA se toma para apellidar cada alto el fuego.

La gran novedad de esta nueva deposición es el pretendido carácter verificable del alto el fuego por parte de la comunidad internacional, aunque no se sepa bien qué significa eso exactamente. Obviamente, se puede verificar por la mañana un alto el fuego en la medida en que no se escuchen tiros, pero eso no garantiza que el día siguiente amanezca con el mismo silencio. En realidad, lo verificable por observadores internacionales sería la entrega total o parcial de las armas, porque cada pistola a la que se renuncia es una pistola menos que se pretende utilizar.

Forzada por la presión de Batasuna, ETA ha dado un nuevo paso, no por ello menos decepcionante. Aspirar a controlar un proceso del que ya nunca podrá ser parte es un desvarío que la propia izquierda abertzale debería desacreditar. Según parece, a la banda le hace falta más tiempo para asumir que debe echar la persiana y, ya de paso, un redactor de comunicados algo más original.

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