Tierra de nadie

El chantaje deja de ser delito

Aunque aún es pronto para acostumbrarnos al vacío que nos ha dejado la repentina marcha de Gerardo Díaz Ferrán de la CEOE, a sus admiradores nos queda el consuelo de que la semilla de sus enseñanzas no ha caído en terreno estéril sino en la fértil vega de las multinacionales más dinámicas. Trabajar más y ganar menos fue la última de las consignas que pregonó a los cuatro vientos, sin que entonces reparásemos en que con sólo cinco palabras este genio de la empresa y el libre mercado transmitía gratia et amore la fórmula magistral de la competitividad que debe ahuyentar la crisis. Como se verá, su sabiduría ha traspasado fronteras.

Esta semana los empleados de Nissan y Fiat en Barcelona y Turín, respectivamente, han podido pronunciarse en referéndum sobre el aforismo de Díaz Ferrán. En el caso de Nissan, después del recorte de 1.500 empleos de 2010, se pedía a los trabajadores que perdieran poder adquisitivo en los próximos tres años y que trabajaran más horas para aumentar la productividad un 6% a cambio de poder fabricar una nueva furgoneta y garantizar sus empleos durante una década. En el de Fiat, que tiraran a la basura el convenio colectivo, aceptaran nuevos turnos y limitaran sus bajas por enfermedad únicamente a las que requiriesen ingreso hospitalario, so pena de trasladar a Serbia la producción de la factoría.

Se sorprenderán si les digo que para estas corporaciones el chantaje no está tipificado como delito. No sólo no son amonestadas por obligar a sus empleados a pasar por el aro de manera un tanto mafiosa sino que reciben la comprensión de los Gobiernos implicados. En España, el ministro Sebastián hizo de mediador para que los japoneses fueran menos estrictos en sus exigencias; en Italia, Berlusconi veía razones para que Fiat hiciera mutis por el foro si sus operarios rechazaban las coacciones.

En estas situaciones jamás faltan las alabanzas al sentido común que los trabajadores y sus representantes sindicales muestran al comulgar con las ruedas de molino, como si quienes notan el cañón de la pistola apoyado en la sien tuviesen una opción distinta a la de entregar al ladrón sus billeteras. Con su trabajar más y ganar menos Díaz Ferrán fue un visionario. Hay que ser ex presidente del Gobierno para escapar a este signo de los nuevos tiempos. Como poco.

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