Tierra de nadie

De las pensiones al gas natural

De los derroteros del pacto social hay cosas que no acaban de entenderse. Como se recordará, el Gobierno empezó a discutir con los sindicatos sobre la reforma de las pensiones, y como el acuerdo era imposible y conducía una huelga general que no interesaba a nadie, las partes aceptaron ampliar la negociación a otros ámbitos, de forma que las renuncias de aquí pudieran compensarse con algún avance de allá, y el resultado fuera medianamente digerible para los estómagos más delicados. Así que de las pensiones se pasó la reforma laboral y de ahí a las políticas activas de empleo, y luego a un pacto de Estado que debía incluir un acuerdo sobre energía. Ocurre a veces que se empieza a hablar de fútbol y se termina discutiendo de física cuántica.

El asunto se ha complicado después de filtrarse que el Gobierno estaba dispuesto a reconsiderar el cierre de la central de Garoña y a extender la vida útil del resto de las plantas nucleares a cambio de que los sindicatos comulgaran con el retraso de la edad de jubilación, un cruce antinatural entre churras y merinas del que por fuerza habría de salir un engendro. Rápidamente, las partes se han apresurado a desmentir el cambalache, tachado de disparatado y grotesco por los líderes sindicales.

Lo que no se ha desmentido, entre otras cosas porque existe un borrador de tres folios al respecto, es la negociación de un acuerdo sobre el modelo energético en el que los sindicatos asumirían el mix previsto de aquí a 2020, la eliminación definitiva del déficit tarifario en 2013 con las subidas de la luz que fueran precisas o el apoyo al coche eléctrico, del que Zapatero es ferviente admirador. ¿Tiene algo que ver el nuevo sistema de cálculo de las pensiones o los futuros planes de empleo con el mantenimiento del liderazgo de España en energías renovables al que también se hace referencia? Estamos, sin duda, ante negociadores polivalentes, capaces de estar a setas y a rolex.

Tan imposible como predecir si habrá acuerdo antes del 28 de enero, que es la fecha límite que el Ejecutivo se ha impuesto para sacar adelante su reforma, es determinar las materias de las que será objeto. Si hablando de pensiones se pacta de energía, ¿por qué no de educación, fiscalidad o de algo tan concreto como la pesca del bonito? Nada está descartado.

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