Tierra de nadie

El tándem Rubalcaba-Blanco

La forma en que Zapatero ha despejado la incógnita de su renuncia es una victoria para aquellos que, dentro del PSOE, le suponían un lastre capaz de contaminar las próximas elecciones autonómicas y municipales. Pero, a la vez, representa la derrota de quienes pretendían que el capítulo sucesorio quedara resuelto apresuradamente con la entronización de Alfredo Pérez Rubalcaba por incomparecencia de otros rivales en las primarias. Entre éstos últimos, se encuentra el vicesecretario del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, cuya campaña a favor de las opciones del vicepresidente ha sido incesante en los últimos meses.

El tándem de Blanco y Rubalcaba viene de lejos, aunque es en estos momentos cuando se configura como una opción real de poder dentro del partido. Si lo que aventuran algunos dirigentes socialistas es cierto, ambos habrían acordado un reparto de papeles en el que Blanco se habría reservado la posibilidad de aspirar a la secretaría general del PSOE en el congreso que ha de celebrarse en 2012, mientras que el hoy ministro del Interior se garantizaría una segunda opción en la lucha por la presidencia del Gobierno. Siempre, claro está, que no se consumase el milagro de una victoria dentro de un año y las llaves de Ferraz cayeran del cielo a su bolsillo.

La negativa de Zapatero a precipitar las primarias ofrece ciertas garantías a Carme Chacón, que en un escenario distinto, sin el condicionante de una crisis económica que ha desarbolado al presidente, era la opción por la que había venido trabajando. La ministra de Defensa parece decidida a concurrir al campo de batalla de las primarias, aunque sólo sea para obtener un baño de legitimidad suficiente con el que dar la guerra por la secretaría general de un partido en el que, curiosamente, no milita.

A estas alturas nada hay escrito salvo el adiós de un líder que promete la neutralidad que no tuvo en otros procesos similares de los que salió considerablemente escaldado. Tampoco podría aspirar a algo distinto. A los efectos, quien empieza a irse deja de estar, y con los ausentes suele contarse más bien poco.

Más Noticias