Tierra de nadie

El verbo maldito

No se habla de otra cosa en los pasillos de la Real Academia de la Lengua, donde el estupor tiene conmocionados a varios sillones de letras mayúsculas, minúsculas y signos de admiración. Se trata de la confirmación de que la gramática española presenta un agujero negro en el verbo dimitir, que al parecer tiene vida propia y se resiste a ser conjugado en presente de indicativo, y eso en los diccionarios en los que todavía no se ha dado a la fuga. El enigma trae de cabeza a estructuralistas y generativos y se ha cobrado sus primeras víctimas en el PSOE, cuyos líderes hubiesen querido renunciar tras la debacle electoral pero la semántica se lo impide.

Esta es la razón por la que Zapatero se mantiene al frente del Ejecutivo después de haber conducido al PSOE hasta las puertas mismas del averno, en cuyo umbral ha anunciado que proseguirá sin desmayo con sus reformas, una tarea tan adictiva que cuando uno empieza ya no puede parar. A semejante ritmo, la misión del sucesor ya no será salvar los muebles sino custodiar las cenizas. También explica que Blanco se mantenga como vicesecretario general del partido, después de haber diseñado una campaña electoral inspirada en Juana la Loca, sustituyendo el fiambre de Felipe el Hermoso por el cadáver político de su jefe, al que ha paseado por toda España aun cuando los signos de putrefacción eran evidentes.

Idéntico motivo retiene a Tomás Gómez en el PSM, un hombre que salió del anonimato para escalar las más altas cotas de lo superfluo. Sólo hay que darle cuatro años más para que convierta a los socialistas madrileños en una fuerza extraparlamentaria. En las mismas está el valenciano Jorge Alarte, al que ni la Gürtel ha impedido hacer bueno a su antecesor Joan Ignasi Pla, una proeza al alcance de unos  pocos elegidos.

Obligada a continuar contra su voluntad, parte de la dirigencia socialista quiere evitar que haya primarias, no fuera a surgir un rostro nuevo que tampoco pueda dimitir si fracasa. La idea es jugarse a los chinos entre ellos quien cargará con la cruz hasta que los filólogos hallen una solución a ese verbo inconjugable.

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