Tierra de nadie

Alberto Garzón es de la CEOE

Al ministro de Consumo, Alberto Garzón, le han arrojado a los leones por afirmar en el Congreso que el turismo era un sector de bajo valor añadido, estacional y precario, revelar que los hoteles están seis meses abiertos y seis cerrados y precisar que estos factores habían acrecentado la "debilidad estructural" del país en la crisis del coronavirus. Una falta de respeto, oiga usted. Al ministro le llamaron ignorante y bocachanclas, le recordaron que el turismo era un diamante del PIB tipo pedrusco y se escucharon rasgados de vestiduras muy destemplados mientras se calificaba su opinión de desprecio, lo que procediendo de "un ministro de España" era intolerable en grado sumo. Los leones se siguen a día de hoy poniendo las botas con los muslos del infortunado.

Resulta que hace relativamente poco, en enero de 2017, el departamento de Asuntos Económicos y Europeos de la CEOE, que como patronal es quien realmente entiendo de esto y no un comunista al que le regalaron el título de economista en una tómbola junto a un perro piloto gigante, preparó un análisis esquemático–DAFO lo llaman- donde se describían las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades del sector. Se estableció en estos papeles que el turismo en España era la pera limonera con algunos matices que a continuación se desglosan.

Por resumir: el sector está sometido a una elevada temporalidad y rotación del personal; los empleados carecen de carrera profesional y sus salarios son bajos; la profesionalización en el trato al cliente es escasa; la formación de las plantillas es raquítica, sobre todo en idiomas, y los planes que hay son inadecuados. ¿La aplicación de las nuevas tecnologías a la gestión profesional? Escasa también. ¿Inversión en innovación? Reducida, y marcada por la composición de un tejido empresarial mayoritariamente de pequeñas y medias empresas.

Hay más.  La CEOE destacaba la carencia de un modelo de turismo sostenible, incidía en que la oferta era poco diferenciada y especializada y denunciaba el elevado intrusismo. Como resultado de lo anterior, existían escasos establecimientos con distintivos de calidad. ¿Se ha dicho que el sector es la reoca, verdad? Pues aún así, se advertía de la excesiva dependencia de la turoperación y, por consiguiente, de la demanda británica, alemana y francesa. Al parecer, a juicio de la patronal, había un profundo desconocimiento de las características y necesidades de las nuevos mercados y una pobre captación de turistas de mercados emergentes como el chino.

El sector turístico español es más bonito que un San Luis, sin duda, pero resulta que la amenaza de que se consolide la imagen de España como destino vinculado al turismo de baja calidad o " de borrachera" es, para la patronal, muy real, al punto de que alertaba de la pérdida de competividad frente a otros competidores. El documento no cerraba los ojos ante la degradación medioambiental de algunas zonas turísticas y al estancamiento de los parámetros de calidad de la oferta y las infraestructuras. Los fraudes y estafas, se remarcaba, dañan la imagen del destino España.

Habrá quien extraiga como conclusión de este aguafuerte del turismo patrio que la gran patronal desprecia a este importantísimo sector de la economía española que da trabajo a un porrón de compatriotas en el noble arte de hacer camas y tirar cervezas con la espuma justa. Se trata de una impresión equivocada. Por lógica, sólo caben dos alternativas: o la CEOE se ha hecho comunista y bolivariana, que sería muy raro, o Alberto Garzón es de la CEOE, lo cual es bastante más plausible. ¡Qué callado se lo tenía el jodío!

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