Es una cosa de no creer pero uno de los grandes problemas de este país son sus jarrones chinos. Se trata de unas porcelanas muy ariscas y engreídas que piensa que con ellas se rompió el molde y que todo lo que vino después es vidrio de mercadillo de muy mala calidad. Por definición, o mejor dicho, a su entender, ellos son lo único intelectualmente salvable, búcaros de infinita sabiduría que atesoran las claves sobre lo que se debe o no hacer, piezas únicas que cada cierto tiempo lanzan enmiendas a la totalidad para demostrar lo listos que son ellos y la imbecilidad que atesoran quienes les sucedieron al otro lado de las vitrinas del museo.
Jarrones tan exquisitos como estos existen en la política y también en el entramado mediático donde durante décadas ejercieron de oráculos de papel. Unos y otros se retroalimentaron antes y lo siguen haciendo ahora. Retirados de la circulación, a todos ellos les ha dado por hacerse ricos o casi, ya sea dejando que algunas multinacionales les doraran el riñón o estrujando la ubre de sus empresas hasta que alguien reparó en que no quedaba leche ni para un mísero cortado. Ahora entretienen sus días con filípicas, aznarinas, cebrianadas o relatando por entregas lo grande que fueron por si a la Historia se le olvida hacerles sitio en sus notas a pie de página.
La última cebrianada es una tribuna que hoy publica el diario El País bajo la firma de quien fuera su director, editor, consejero delegado y presidente, cargo este último del que tuvo que ser apartado a mandobles en plena demostración de que hasta el grupo más sólido puede licuarse o sublimarse en las manos adecuadas. "Sobre cómo afrontar la crisis constituyente" se titula, y viene a decirnos que, ante la destrucción del orden representativo y el agotamiento del sistema, es necesario un nuevo modelo de convivencia que garantice la solidez de la democracia. Para ello, dado que la globalización acabará triunfando pese a las pandemias que se le pongan enfrente, hay que reinventar la gobernanza mundial y jubilar a la ONU. En el caso de España, su receta es la misma de siempre: el PSOE y la derecha moderada han de ser quienes impulsen el cambio y ofrezcan estabilidad. Todo esto se resume en estos diez puntos:
- Al Gobierno progresista le falta materia gris y, como intelectualmente va justito, vive en su mundo de eslóganes y pasquines.
- Sólo Pablo Iglesias tiene las neuronas necesarias para afrontar este debate pero su populismo solo le conduce como solución hacia Venezuela o Bolivia. Por ahí va su idea de liquidar el regimen del 78 y acabar con la monarquía.
- El PSOE no tiene proyecto salvo el de garantizar que Pedro Sánchez siga en Moncloa, lo que al parecer es una ventaja porque puede facilitar los pactos.
- El Gobierno está desnortado por la crisis sanitaria y tiene al frente a un señor bastante bobo, que debe de ser el pobre Fernando Simón, mono al que hay que dar leña ya se hable de virus o de crisis constituyentes.
- No se puede construir un nuevo orden económico, político y moral dando la espalda a la oposición, pese a que es tan cortoplacista como este "Gobierno de la señorita Pepis": unos y otros harían lo que fuera para llegar al poder o para mantenerse en él.
- ¿Cómo salir de este laberinto imposible? Nada de nuevas coaliciones. Lo necesario es una mesa de diálogo que, liberada de ideología e ignorancia, llegue a acuerdos.
- Los únicos que han entendido lo que se precisa son empresarios y sindicatos, cuyos esfuerzos no dejan de ser boicoteados desde Moncloa.
- El socialismo ha sustituido el liderazgo por una camarilla clientelista dispensadora de favores y ello acabará dando el poder a la extrema derecha. Hay que recuperar el pragmatismo de Felipe González, cómo no, y devolver al PSOE a la senda de la que le apartó Zapatero con su obsesión por matar al padre.
- Venezuela tiene pillado al Ejecutivo por los perendengues, pero no por Podemos sino por las turbias gestiones de Zapatero en Caracas y los millones que depositó en Suiza su embajador Morodo.
- O se me hace caso o España volverá a ser un país prescindible en el diseño del nuevo orden mundial, que es lo mollar y no la tontería esa de la nueva normalidad.
En resumen, Sánchez es un arribista sin principios, Iglesias un iluminado bastante fanático y Casado un tipo que vendería a su madre o se aliaría con el diablo para llegar al Gobierno. Ninguno de ellos se lo merece pero el académico Cebrián hace el esfuerzo didáctico de explicarles por dónde soplan los vientos y cómo han de desplegar las velas para evitar los arrecifes. Así son estos generosos jarrones chinos con almas de cántaro.
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>