Estación Término

A la espera de los nuevos políticos

Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

 

Cuando se tiene una preocupación de alcance político porque afecta a muchos y en definitiva a todos, procuras situarla en el tablero político y lo haces con más ilusión por cuanto en los últimos meses ha habido y se esperan más cambios en el color de las piezas. Hasta ahora entre las dos bandas del tablero –populares y socialistas- se situaba la cuestión de la libertad o no libertad del ciudadano para disponer de la propia muerte. Al PP no le interesaba mover ninguna pieza. Los obispos decían que era pecado y por ello los populares fieles al nacionalcatolicismo estaban de acuerdo en mantener como delito la eutanasia y el suicidio asistido. En la otra banda los socialistas hablaron un día en su programa electoral de una posible legalización de la eutanasia en pro de la libertad del ciudadano, pero, llegado el momento de la realidad y de dar la cara, lo mejor y más prudente fue para ellos no mover pieza para evitarse líos políticos. Y si alguien, como el grupo mixto en el Congreso aunando fuerzas de izquierda, saltaba al tablero con la cuestión eutanásica era sacado del tablero sin opción ni siquiera para un simple careo.

Ahora, cuando el bipartidismo se ha convertido en un reparto del tablero a cuatro, hay que volver a preguntarse por el porvenir de las conductas eutanásicas en los programas electorales de Ciudadanos y de Podemos y en el posible debate político a partir de las próximas elecciones. Es hora de preguntarles a los emergentes qué piensan, qué programan... qué compromiso y qué voluntad política van a empeñar en favor de tantos enfermos con amenaza de muerte que llevan demasiados años esperando...

Hace unas semanas tuve la oportunidad de entrevistar al catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Valencia, profesor Carbonell. Es un hombre sereno, pero crítico. Sabe esperar y medir los tiempos. Ya en noviembre de 1991 como miembro del Grupo de Estudios de Política Criminal (GEPC) apoyó el Manifiesto a favor de la legalización de las conductas eutanásicas que firmaron un centenar de catedráticos, profesores titulares, jueces y fiscales a favor de la disponibilidad de la propia vida. El Manifiesto proponía al Gobierno que la ley apostase por la libertad y que el artículo del Código Penal referente al tema no estuviera en contradicción con el artículo 10 de la Constitución. Su pensamiento continúa siendo tan crítico como hace casi 25 años, pero el tiempo no solo pasa sino que se agota y así me comentaba: "estoy convencido de que estamos ante una cuestión -la disponibilidad de la propia vida- que no admite más demoras: el debate está abierto y va a ‘explotar’ ".

El 24 M hubo un cambio en el tablero político que sin duda se reproducirá en las próximas elecciones legislativas. A la espera de la incorporación de nuevos actores políticos en el Congreso se abre una oportunidad para un futuro -no lejano- reconocimiento legal de la libertad de disponer de la propia vida, reclamada por la gran mayoría de ciudadanos y frenada por el convencionalismo jurídico de católicos y políticos de derecha y por la política asustadiza del centroizquierda del PSOE.

Se nos plantea, pues, si las nuevas generaciones ascendentes serán capaces, de entrada, de superar la inercia de los partidos políticos al uso, de pasar por encima del celo religioso de los jerarcas católicos, del convencionalismo jurídico y la rémora de la derecha para ponerse a la altura de las convicciones proeutanásicas de la opinión pública ciudadana. En su día oí que Salvador Paniker, que fue presidente ejecutivo de DMD Federal, le comentó al presidente Rodríguez Zapatero que en el tema de la eutanasia ‘el pueblo estaba preparado, los políticos al parecer no lo estaban’. Era un comentario obvio tras conocerse los resultados de la encuesta del CIS en que casi el 80 por ciento de la población reclamaba la legalización de la eutanasia y, sin embargo, el PSOE en su programa electoral había amagado con una futura ley, pero ante el integrismo y la beligerancia de obispos y PP su voluntad, si un día existió de veras, se arrugó. Por el momento, creo que el horizonte político ha cambiado y puede cambiar más. Permanecemos, pues, a la espera de un vuelco en el hemiciclo.

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